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IX PREGÓN DE EXALTACIÓN MARIANA ORGANIZADO POR LA AGRUPACIÓN DE HERMANDADES Y COFRADÍAS DE ALMERIA















Nazarenos del Silencio Blanco de Almería




MAYO, MES DE MARÍA

Los dogmas marianos a través de las miradas, los silencios, las palabras y los gestos de María

+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
María Santísima de los Desamparados
Con la venia del Muy Ilustre Dr. Don Francisco Alarcón Alarcón, Canónigo Emérito de la Santa Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación y Párroco de la Parroquia de Santa Teresa de Jesús.
Ilustrísimo Sr. Don Manuel Pozo Oller, Vicario de Acción Pastoral y Apostolado Seglar y Consiliario de la Agrupación de Cofradías.
Ilustre Sr. Presidente, Sr. Diácono y Junta General de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de Almería.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad penitencial y nazarena de Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída y Nuestra Señora de los Desamparados.
Excmas. e Ilmas. Autoridades.

A todos ustedes hermanos en Xto, mi saludo afectuoso de Paz y Bien
Almería, más que nunca tan mariana y cofrade

Gracias estimado maestro y cofrade José Rafael López Usero, solo te digo eso gracias, muchas, gracias, gracias de corazón y con el alma, a quien rezo a Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída para que te de mucha salud para que sigas ilustrándonos e impregnándonos con tu saber cofrade y espiritual, ya sea en Onda cero como en la Vicaría o en la Agrupación, ya que nos sentimos agraciados de tenerte como amigo en la fe.

También quiero dar las gracias y solo las gracias desde lo más hondo de mi corazón al Presidente de la Agrupación y al Padre Manuel Pozo Oller, a quienes les manifiesto mi cariño y respeto, y solo conste mis más sinceras gracias emocionadas de permitidme estar hoy y aquí en este atril, aun no siendo merecedor de este grato tributo.

La verdad sea dicha que cuanto más ocupado estaba en mis quehaceres diarios profesionales y domésticos, recibí con enorme satisfacción la propuesta del Presidente y Junta de Gobierno de hablar de la Virgen María, si, de la Virgen María tras el camino doloroso de la Pasión de su amado Hijo, Jesús Nazareno, la Verdad, la auténtica Verdad; con lo que significa para todos nosotros la Madre de Dios, la Santísima Virgen María, y lo que significa para cada uno de nosotros la Madre, la bendita entre todas las mujeres, la siempre Virgen María, Virgen y Señora nuestra de los Desamparados.

Pero cuando llegué a esta línea me tranquilice, y pensé, solo puedo hablar desde el sentimiento más emocionado de mi alma, de mi conciencia, de mi humilde corazón cofrade y mariano que mi familia me educó y me sigue educando para hablar sencillamente de la Virgen, de nuestra Madre, de esa Madre que diariamente está en nuestro corazón cofrade y cristiano, cristiano y cofrade.
Y sobre todo, cuando sabía que frente a mi persona iba a tener a María Santísima de los Desamparados, la cual recé al son procesional de la madrugá este último Lunes Santo cuando, tras su regreso de la Estación penitencial, traspasaba el dintel de esta Iglesia de Santa Teresa de Jesús, me tranquilizó y sabía que Ella, iba a ser mi Madre protectora, y por ello te ofrezco este simbólico ramo de fragantes rosas con la oración cantada, aun no sabiendo cantar con mi voz quebrada por la emoción que embriaga mi corazón y mi sentir:

Salve Madre, en la tierra de mis amores.

Salve, Madre, en la tierra de mis amoreste saludan los cantos que alza el amor.Reina de nuestras almas,flor de las flores,muestra aquíde tu gloria los resplandores,que en el cielo tan sólote aman mejor.Virgen Santa, Virgen pura,vida, esperanza y dulzuradel alma que en ti confía,Madre de Dios, Madre mía,mientras mi vida alentare,todo mi amor para ti,mas si mi amor te olvidare,Madre mía, Madre mía,aunque mi amor te olvidaretú no te olvides de mí.

Tras brillar en lo más alto del campanario de la catedral almeriense, desde el cerro de San Cristóbal con la sagrada efigie del Sagrado Corazón de Jesús, que en Vos confío y ecuménicamente desde la torre de la vela de la Alcazaba, y oír los últimos sonidos de los halles de la saeta y la corneta, la Pascua de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, en el amanecer y el alba con genuflexión llega Pentecostés con el descendimiento del Espíritu Santo sobre todos y cada uno de nosotros bautizados, al igual que hace dos mil años con los Apóstoles, implorando al Dios de la vida y la esperanza "Veni Sancte Spiritus".

Comienza, comenzamos, tras la espera, la espera, un periodo divino, que en Almería se catequiza tras la Muerte del amado Redentor.

Mayo, el mes de Mayo, el mes más mariano y más marino, por qué quién no recuerda un mes tan fecundo y hermoso, entre azucenas, rosas y jazmines, de regado perfume de sus geranios, tan propios de nuestra Almería, que huelen a la flor pasional del Viernes santo tras el último hálito de aliento esperanzador de la Soledad de la Virgen de los Dolores.

Hace pocos días, parece que fue ayer, en nuestras calles y plazas almerienses, a María Santísima le habíamos aliviado y dulcificado esas finas lágrimas barrocas de pena diluidas por su rostro bendito, entre la angustia, la amargura y el consuelo, para transformar, en este mes tan florido, el rostro desamparado en el camino del calvario de la Madre de Dios, en las alabanzas gozosas de júbilo y alegría, para cantar con flores a Maria, que Madre nuestra es, en esta tierra tan andaluza, tan íntima, de nuestros amores.

Bienaventurada, entre gladiolos y varas de nardo, eres siempre Virgen María, Inmaculada y Asunta al Cielo, donde Almería te venera con el dulce nombre de María Santísima del Mar en sus misterios gozosos, luminosos y gloriosos de cada día.

Mayo, cuando llega Mayo, en Pascua nos alegramos con María, con sabor a toque de guitarra y canto de fandango, es nuestro mayo florecido con claveles rojos entre cruces y mayas, de largas tardes soleadas de brisa de sal marina con la brillante luz de nuestro azul cielo, a la vez, tan primaveral y veraniego, para ser visto y no visto, tras rezarte ráfagas de oraciones amorosas en las advocaciones letíficas de la bienaventurada Virgen María del Carmen de Las Huertas, de Pescadería, del Zapillo, de la Milagrosa, del Rocío, de los Ángeles, de las Mercedes, del Rosario, de los Mares, de la Inmaculada, de la Asunción a los Cielos, y tantos y tanto bellos nombres que te aclaman como la mayor y única Reina del Amor y del Cielo.


Recuerdo, de mi niñez, que siempre que llegaba mayo, con ese sabor etéreo a sentimiento de pureza, tras realizar la “primera comunión”, nuestra infancia pasaba por nuestros templos y capillas para depositar embelesadamente en signo de reverencia y devoción fervorosa un ramillete de flores que sonaba a música celestial de órgano.

Y tras depositarlas en los pies de María, mirábamos atónitos el rostro bendito del Niño Jesús acunado en los brazos santísimos, esperando que con su penetrante mirada de humanidad y misericordia nos acercara un peldaño más para lanzarle un beso maternal.

Almería siempre, siempre, al igual que Andalucía y España, ha rendido pleitesía fervorosa a la Virgen María durante el mes de mayo, ese mes, ¡ en cuyos inicios inmediatos invocamos la exaltación de la sagrada Cruz !, comenzamos con una sencilla reflexión, junto con una oración y una imagen para cada día del mes, teniendo en cuenta las manos de Maria en el rezo del Santo Rosario del Mar, los ojos de María de la Unidad, los gestos de María de la Paz, el corazón de María de la Estrella, los pies de María de los Ángeles, los sentimientos de María de Fe y Caridad, el rostro de María de la Estrella, el pensamiento de María de la Esperanza Macarena, las sandalias de María de los Desamparados, los brazos de María del Mayor y Dolor y Traspaso, el pecho de María de Gracia y Amparo, el oído de María del Primer Dolor, la voz de María en el silencio del Perdón, el gusto de María en las Mercedes concedidas, el tacto de María en el Amor y la Esperanza, los hombros de María de la Amargura ayudando a Jesús Nazareno, la corona de María de las Angustias, el silencio de María del Consuelo, la palabra de María en la madrugá junto a la Escucha, el perdón de María de las Penas, la cruz de María de la Virgen de los Dolores, la mirada de María en la Soledad de María, el Niño de María del Mar, el Espíritu Santo y María del Carmen, la alegría de María del Rocío, el nombre de María en su Inmaculada Concepción, el amor del Pilar, la delicadeza de María del Rosario, el hogar de María de la Consolación, María, Madre de la Iglesia de Almería, María, Madre de Dios, María, Madre de Cristo, María , flor de las flores.


Madre, Virgen Santísima de los Desamparados,

Nuestra Señora,

Almería milenaria se presta a recitarte tu Maternidad Divina tras el dolor de Cristo con la Gloria bendita que cubre Santa Virgen de las Vírgenes, Pura y Limpia, Inmaculado Corazón, Reina de Todos los Santos, Divina, Madre de Dios y Nuestra Señora.

Pero, presentemos en breves líneas los misterios de la Virgen Madre tras las miradas, los silencios, las palabras y los gestos de María, la mujer del Espíritu divino, tras la encarnación del Verbo, se convirtió Ella en el misterio sublime de Dios mediante la acción del Espíritu, garante de la obra salvífica llevada a cabo por Jesús Nazareno, ese Jesús Nazareno que todos los años al son de marchas procesionales y el olor etéreo del incienso subimos a su Santa Cruz para decirle “Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, Señor”.

Y en ese momento, en la inmolación de la salvación de todos, miramos compungidamente la mirada dolorosa de María, que se transforma en gozo tras el cántico, “Sálvame Virgen María”, convirtiéndose la soledad y pena del Viernes santo en la esperanza alegre y gloriosa del Domingo de Resurrección.

MATERNIDAD DIVINA

Pero Almería tiene unas miradas propias en el rostro doloroso y compasivo del llanto de María Santísima, y vemos en cada fracción dulcificado con el imperceptible movimiento de los costaleros, la maternidad divina, su inmaculada concepción, la perpetua virginidad y la asunción a los cielos, de la Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada Nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado, sensible y llena de gracia de Almería, y todas las alabanzas que contiene el Rosario.
Cuando percibimos la mirada morena y salá de la Patrona coronada Nuestra Señora del Mar, entre pececillos de plata, caracolas y conchas,
¿Acaso no nos invoca su mirada su maternidad divina?
Y tras descender sobre Ella el Espíritu Santo
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1,14)
Tras decir María en nuestro Nazaret de la playa perfumada de Torre García su primera de las palabras que se conservan en el Evangelio.
¿Cómo podrá ser esto, pues no conozco varón? (Lc. 1, 34)
María, flor de los cantares, con su silencio en la luz del alba, serenamente, exclamó
“¡He aquí la esclava del Señor! “(Lc. 1,38) y
“Hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1,38)



Y en su acción de gracias de María al Señor, guardando la respuesta en su corazón, creyó y esperó invocando:
“Mi alma engrandece el Señor “(Lc. 1,46)
Y Dios se hizo hombre a través de la suavidad de las miradas de María, de María del Mar, del Carmen o del Rocío.
Pero Ella, nuestra madre amorosa a quien en las advocaciones del dulce nombre de María de la Fe y Caridad se hizo tan humana, en ese lamento profundo de una madre dolorida, cuando se dirige en su quinta palabra del Evangelio “Hijo, ¿por qué has hecho esto con nosotros? Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando “(Lc. 2,48 ).
Cuántas son las madres que buscan a sus hijos, presos y cautivos del dolor de la droga, la incomprensión, la intolerancia, el abandono y el desamparo de esos otros Cristos alejados de nosotros por la distancia del olvido del desarraigo, la marginación, todas las cruces de las injusticias y toda la pobreza del mundo.

Sedientos de amor y cariño. La inocencia lastimada de los niños, la soledad de los ancianos abandonados, esos Cristos que están desamparados en esta sociedad que se dice ser solidaria y cristiana.
Ahí está el grito del Dios doliente de Almería crucificado y resucitado, para recoger el amor de Dios a través de las miradas de nuestras dolorosas, en la profundidad de sus ojos.

Porque es María de los Ángeles, rostro radiante de seráfica hermosura, la que invocamos con nuestro candor, la que nos va abriendo los surcos más profundos de nuestra alma para ir dando sentido de Esperanza de un mundo mejor.

Pues María sabía del Gran Poder de su Hijo, y por ello, es nuestra intercesora, con solo mirarla súplicamente, para que Jesús, el Jesús de cada día, ese Jesús Sacramentado, haga lo que su Madre le pida, tal y como hizo cuando le dijo “Hijo, no tienen vino”, “Haced lo que Él os diga “(In. 2,5).

Más recordando en las noches agonizantes de la Pasión los pasos de dolor de Nuestra Señora de Gracia y Amparo con el resplandor de sus ojos, del Mayor Dolor y Traspaso con su pañuelo de fino encaje, y las lágrimas de la Soledad de María del Viernes Santo, tras los misterio del Santísimo Cristo de la Redención en su Sagrado Descendimiento y del Santísimo Cristo de la Caridad en su Traslado al Sepulcro, vemos la presencia de María y de las demás mujeres sollozando al pie de la cruz del Señor, "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Luego dice al discípulo: "He ahí a tu madre"" (Jn 19, 26-27).

Creemos, firmemente, que en esos momentos del traspaso del dolor del alma y el corazón, no solo cuando cruzó su mirada llorosa y afligida de María Santísima de la Amargura en el camino del calvario con su Hijo Jesús Nazareno, sino cuando estando Jesús en la cruz, instauró una relación materna entre ella y el discípulo amado, proclamando formalmente la maternidad universal de María, en intensa y personal relación de María con cada uno de los cristianos, con cada uno de nosotros, fieles y cofrades, al decir María ¡ Si ! y convertirse María en Madre de la Salvación ante los ojos de Dios.


LA VIRGINIDAD DE MARÍA
Mt. 1, 22-23
Lc 1,26-38

Nosotros compartimos el gozo durante muchos días al año de estar unidos a María en sus Misterios dolorosos y ánimas benditas del purgatorio, a quienes como buenos hijos suyos, la veneramos, la invocamos, la imitamos y la amamos.

Nuestras Hermandades en inveterada costumbre llevan como símbolo la azucena, tres azucenas partiendo de un solo tallo, de fino aroma e inmaculada blancura, reflejo pasional de la pureza virginidad de María Santísima, para indicarnos la triple virginidad de nuestra madre antes, durante, y después de su parto, según el versículo profético de Mateo.

Y cuando vemos el Sábado de Pasión las miradas de los bellos rostros con sus sienes coronadas de la Señora del Rosario del Mar en el abandono de sus discípulos y la Señora de la Unidad, orante en acción de gracias.

Ó, el Domingo de Ramos, la Virgen de Paz tras la entrada triunfal en Jerusalén, de Fe y Caridad en el Santísimo Sacramento del Altar, de la Estrella derramando el corazón al Señor de las Penas y de los Santos Ángeles que te elevan al cielo y te aclaman con profunda reverencia tu sagrada virginidad.

Es María en el silencio del Amor de Dios.


Cuántos silencios de los cristianos ante el desprecio de los hombres a Dios.

Cuántos silencios de los cristianos a quienes se empeñan en ridiculizarnos.

Cuántos silencios de los cristianos ante el desprecio de quienes mediatizan el sereno magisterio de la voz del Papa y los Obispos.

Cuántos silencios de los cristianos de los que se mofan de los que consagran su vida al Señor.

Cuántos silencios de los cristianos de quienes se empeñan en impedir el crecimiento de la vida en las entrañas de tantas madres.

Cuántos silencios y tristezas de muchos cristianos que se avergüenzan de confesar tu nombre y te niegan cada día.

Cuántos silencios en todos aquellos incrédulos que pretender subvertir la libertad religiosa para apagar el manantial del Poder del Redentor en la vivencia solidaria de la fe y la caridad.

Cuántos, cuántos, cuántos, rostros silenciosos de Cristo en María Santísima.

María Santísima de Gracia y Amparo en el Poder omnipotente de Dios Padre permaneció siempre en perfecta integridad virginal... antes del parto, en el parto y perpetuamente después del parto, no sufriendo más dolores corporales que los de su alma por nosotros pecadores en el Primer Dolor de la entrega del Hijo del Hombre en el Huerto de Getsemaní, en el camino de la amargura y en el Calvario.

Por ello, cuando contemplamos la mirada de María del Amor y la Esperanza, tras el Prendimiento Cautivo de Jesús de Medinaceli, predestina desde su eternidad mercedaria la virginidad perpetua y perfecta que supone el parto milagroso tal y como lo siente toda la Iglesia.

¿Acaso no pasa el rayo de luz por el cristal, sin romperlo?

¿No descubrimos en las miradas silenciosas y de oración de la siempre Virgen María de la Esperanza Macarena, iluminada por la candelería y al compás de suaves mecidas, que asiste públicamente a la lectura de la Sentencia, apretujada en la calle de las cruces, viendo como su Hijo cae por tercera vez, tras ayudarle el cirineo y limpiar su santo rostro la Verónica en ese crucial encuentro de la Madre con el Hijo?, es la Purísima María, es María, la llena de gracia.

Dios se manifiesta donde quiere y a quien quiere.

Y Jesús Nazareno, ese Jesús a quien todos los años conmemoramos con las notas de las melodías procesionales su Pasión, Muerte y Resurrección, es el Hijo de la virgen madre en un canto silencioso de amor proclamado en medio del tedio de la vida a fin de alumbrar renovadas ilusiones y avanzar en los caminos que hagan posible acercarnos a la verdad, la auténtica verdad.


Pues no se desprende del rostro de María en el silencio emocionado de la sobriedad del Gran Poder, de la austeridad del Perdón, del franciscano Silencio blanco del Jueves Santo, de la Escucha, de la negritud barroca de la Caridad, del Santo Sepulcro, de la Soledad de María, ¿ cómo María desde su Encarnación guardó silencio al misterio ? , porque sabía, y todos debemos de saber, que los designios de Dios son insondables.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Primer Voto y Juramento de tus cofrades almerienses, de la que fue concebida sin mancilla y librada del pecado original.

La Virgen, madre del Verbo, tiene en Almería muchos títulos y advocaciones dadas por los creyentes cofrades, por ser María la morada de Dios, Hija de Sión, el arca de la Alianza, latido inefable del Espíritu.

Bellas imágenes, que cuando contemplamos las miradas de amor de las dolorosas almerienses, como reflejan en el cielo y las estrellas la estética y la belleza de la maternidad divina en su Inmaculada Concepción.

Qué Cofradía penitencial en su Estación de Penitencia no porta un nazareno en su cortejo procesional el Simpecado, insignia que representa el “Sine Labe Concepta” “Sin pecado concebida”, concebida María de toda mancha de pecado original.

Es la representación de la Virgen por excelencia.

Cuando nuestras dolorosas en el tránsito penitencial las miramos, vemos en Ellas, una de las miradas más bellas de María, la madre del buen pastor, para invocarnos que “su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”. ( Lc 1,49 )

Desde el Sábado de Pasión hasta el Viernes Santo, cuántas lágrimas se derraman, cuántas plegarias, fervor y devoción mariana.

Que belleza resplandecen de tu sagrado rostro de los Desamparados, cuando sonríes gozosa y cuando lloras dolorosa.

Y tu Virgen del Consuelo, a quien acompaño como testigo anónimo todos los Jueves Santo revestido con el hábito penitencial, con tus manos entrelazadas sosteniendo la letanía del Santo Rosario.

Y María Santísima de las Angustias, habrá dolor semejante al suyo al tener en su regazo con blanco sudario al Hijo de Dios en su Buena Muerte.

Son los rostros de María Santísima para la vida en el Dios traspasado en la Cruz del Cristo del Amor, de la Escucha y la Buena Muerte, y del amor en el misterio de Cristo Yacente Resucitado y de la Iglesia.

Es la Inmaculada Concepción, tras ver esos rostros de María, con la profundidad de sus miradas, que son las mismas que cuando acogieron en el pesebre al Niño Jesús, y cuando sostuvieron al pie de la Cruz, a un Jesús que siendo fuerte se hizo débil por salvarnos.

Vivimos con inquietud estos nuevos tiempos de secularización y laicismo.

Es la hora del laicado en la Iglesia.

Del compromiso de los cofrades en una nueva tarea de evangelización.

Y teniendo presente con obediencia y verdadero respeto las decisiones de nuestros pastores, cumplamos fielmente los fines de nuestras Hermandades y de esta forma conseguiremos volver a elevar del suelo a Jesús de Pasión y Salud y en su Tercera Caída, a fin de que todo el mundo lo contemple como el Divino Redentor.


María de los Dolores en su Soledad, de fina hermosura y humilde nazarena en su Inmaculada Concepción, que con tus ojos y corazón lleno del Espíritu Santo ayudasteis con tu silencio, humildemente callada, al Divino Redentor en su Sagrada Misericordia, incluso cuando piropearon a Jesús diciéndole: “Bendita la madre que te engendró y los pechos que te amamantaron”, pero Ella, Virgen de la Merced, primor de primores, Palio de Reina y Señora, anhelo de belleza, ¡Hágase Tu voluntad! En la tierra como en el cielo.


LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS

Y al grito del capataz ¡al cielo con Ella!

María en el Rocío cuando rezaba con los Apóstoles en la primitiva Iglesia en el Cenáculo, con sus miradas, silencios, gestos y palabras, una estrella comenzó a centellear tras el Sol, para subirla en cuerpo y alma a la gloria celestial para darle gloria a la Santísima Trinidad.

Y esta noche necesitamos que María nos mire a nosotros con su mirada nítida y clara, que refleje la profundidad de la belleza que destellan sus ojos, mirad sino a María Santísima de los Desamparados, sino nace ese brillo de la soledad de su alma.

Necesitamos ser mirados con los ojos de nuestra Madre. Al igual que cuando clavó sus ojos en el discípulo amado, no solo con la mirada de humanidad sino como Madre de Dios.

Y es ahí, en tu trono celestial, a Ti, Madre de los cristianos y de los Desamparados, te pedimos en esta noche por tus hijos necesitados: los enfermos, los disminuidos, los ancianos que viven sin cariño, los niños sin protección, la mujeres maltratadas, los inmigrantes, los encarcelados, los jóvenes que están atrapados en la droga, los que viven del consumo egoísta, y todos los que sufren.

María, intercede para que tu amada Iglesia pueda seguir avanzando en llevar la Palabra de esperanza, pregonando con gozo y con humildad la presencia de Jesús muerto y resucitado.


Para que desde tu Misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, nos des fortaleza para recibir la luz y la paz que necesitamos.

Y en tu asunción al cielo, Señora, con repique de Gloria, nos reveles a Cristo, Santa María, que encarnó su mensaje y la persona humana de Jesús Nazareno.

Parece, que ya estamos a quince de agosto, en esta noche casi veraniega, cuando al atardecer de la tarde trasminada de sol y fragancia en el azul cielo, vemos en María, en el brillo de sus ojos y las lágrimas prendidas, el verdadero rostro de Jesús de la Salud y Pasión en su Tercera Caída que se crece ante tanta adversidad.

Y se duele con los privados de salud y con el pesar del alma de quienes sufren con los enfermos, con la sola esperanza al caer la noche del Lunes Santo con el Cristo de la Salud y Pasión ante la Reina de los Desamparados, Virgen preciosa, bella y frágil, que engastada vas entre los primores y bordados de tu paso de palio.

Pero desde el Cielo, Madre mía, en las noches oscuras, que eres nuestra Estrella, perla de fina hermosura, a quien ni el dolor apaga el fulgor de tu belleza, escucha las súplicas para acogernos a los méritos de la Redención de tu amado Hijo Jesús y ser su Esperanza, luz y causa de nuestra alegría.



La hora ha marcado la necesidad de poner fin al Pregón.

Permitidme, como blanquinegro nazareno, me traslade al Convento franciscano de San Agustín, en el silencio de nuestro juramento que amparan su bóvedas altas, y exprese mi amor filial a María Santísima en la advocación del Consuelo, armonía prodigiosa, en el fulgor de su entornada mirada de tristeza y su cara aduladora de suspiros, Concebida Sin Pecado Original en tu palio proclamando su Maternidad Espiritual sobre todos nosotros y su Maternidad Divina, para expresarte que los cofrades seguiremos con firmeza y constancia defendiendo a ultranza la fe de gran parte de Almería en la misión redentora de Cristo, el amor a la Virgen María y la veneración y cariño hacia las imágenes y hacia las advocaciones que han perfilado y cimentado nuestras inmemoriales tradiciones, como son la piedad popular almeriense.

+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Muchas gracias.

Rafael Leopoldo Aguilera Martínez
17 de Mayo del 2008
Parroquia de Santa Teresa de Jesús
IX Pregón de Exaltación Mariana
Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería

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