Almería, nuestra Almería, la que está más allá de las murallas del Cerro de San Cristóbal y de la Alcazaba, el Lunes Santo con silencio emocionado, en una tarde-noche imborrable, noche cofradiera del Lunes Santo, con la impresionante imagen de Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída, que es todo perdón y gracia, y una Virgen Santísima de los Desamparados que derrama con su dulzura sus lágrimas y dolores por todo el barrio de Oliveros – Mediterráneo, que se convirtió en calle de la Amargura y Monte Calvario, realizando la Cofradía de Pasión su solemne y regia Estación de Penitencia cruzando el centro de la ciudad camino del Santuario de la Virgen del Mar y la Carrera oficial.
A las 19,30 horas en punto de la tarde casi refulgente con el ocaso del sol, en la Iglesia de Santa Teresa de Jesús, que se convirtió en centro y corazón de la fe cofradiera y cristiana de Almería, y la calle Rafael Alberti que quedó con la luminosidad del cielo azul mediterráneo, brillante, muda y quieta esperando la salida de Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída y María Santísima de los Desamparados, realizando la primera levantá el Alcalde Luís Rogelio Rodríguez y la saeta de Antonio García "Niño de las Cuevas" en recuerdo a la memoria de su padre fallecido recientemente.
A las 19,30 horas en punto de la tarde casi refulgente con el ocaso del sol, en la Iglesia de Santa Teresa de Jesús, que se convirtió en centro y corazón de la fe cofradiera y cristiana de Almería, y la calle Rafael Alberti que quedó con la luminosidad del cielo azul mediterráneo, brillante, muda y quieta esperando la salida de Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída y María Santísima de los Desamparados, realizando la primera levantá el Alcalde Luís Rogelio Rodríguez y la saeta de Antonio García "Niño de las Cuevas" en recuerdo a la memoria de su padre fallecido recientemente.
Tras la Cruz de Guía, símbolo de la Redención, dos centenares de penitentes con túnica morada de capa, cíngulo dorado, y portando cruces al hombro y faroles de forja negra con cirios blancos, para escuchar en la lejanía el alegre sonido de trompetas y un ronco temblor de tambores de la Banda del Dulce Nombre de Jesús de Granada, que anunciaron en la tarde nazarena, que se acercaba desde el mismo dintel del templo sagrado el Señor de Pasión, con el rostro de dolor, que se va cayendo con un tosco madero, inclinándose sobre los lirios iris del paso, hincándose su rodilla en esa novena Estación del Vía Crucis, Jesús cae por tercera vez, y sus cofrades y costaleros repetían al unísono, a la sola voz del capataz Juan Sagredo, “Os adoramos Señor de Pasión y os bendecimos porque con vuestra Santa Cruz redimisteis al mundo y a mi pecador”.
Hay que indicar, que todo el cortejo procesional tuvo una gran dimensión cofrade y de culto público litúrgico, desde la Santa Cruz de Guía y faroles de acompañamiento, Senatus, bandera de Paso, Guión de Pasión, Libro de las Santas Reglas, Estandarte corporativo, Cruz parroquial y ciriales, incensarios y navetas, bocinas y varas de hermano, todo ello símbolos que nos adentraban en los diversos actos simbólicos evangelizadores de testimonio cristiano público de bien hacer a los Misterios de la Pasión.
Tras el Paso del Señor de Pasión, la Cofradía ordenada, penitente, recogidamente, paso a paso, y poco a poco, despacio los hermanos costaleros del paso de Palio de la Virgen de los Desamparados con la lección magistral del capataz Manuel Vicente Barranco, que les decía ¡que no hay prisa!, dejando oír hasta el crujir de la madera de las trabajaderas, tras los sones magistrales de la Banda de Música de Santa Cecilia de Sorbas.
Y llegó el Señor de Pasión al Santuario, siendo recibido por la Junta de Gobierno de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de la Virgen del Mar, para rendir pleitesía y veneración a la Madre coronada de todos los almerienses, siendo uno de los momentos más estelares de nuestra Semana Santa, el contemplar en el mismo corazón de Almería el rostro de Cristo ante la Virgen del Mar rememorando la cuarta Estación del Vía Crucis “Jesús se encuentra con su Santísima Madre”, sirviéndole su encuentro como bálsamo de su Dolores, con aromas de azucenas florecidas en Torre- García, bajo la luz del crepúsculo del Lunes Santo y miles de rostros vueltos hacia Ella, abstraídos en la figura imponente del Señor de Pasión, de proporción y belleza perfecta de su Misterio.
Tras el Señor de Pasión, todo el simbolismo del Paso de Palio con garboso vaivén de la Virgen de los Desamparados, donde la luz se hace pañuelo para enjugar las lágrimas, armonía prodigiosa, que, queda velada por la indescriptible expresión de la pena. Este año, continuando el proyecto de bordados del paso de palio, según diseño de Ramón León Losquiño, de Sevilla, y confeccionado en el taller de “Bordados en Artesanía en Oro” de Manuel Solano Rodríguez, de Morón de la Frontera se ha estrenado en la Estación de Penitencia el bordado completo de la bambalina delantera.
Su paso por Carrera Oficial se hizo con fina sensibilidad, con oración suplicante y fervorosa del Señor de Pasión que nos enseña a dirigirnos al Padre, de rodillas, quebrada su cintura en el Paso y con los brazos abiertos, con la mirada puesta en su Madre María de los Desamparados, que anunciaba Su llegada al distinguir el resplandor de su candelería en un mar de los corazones que se encontraban en las tribunas abarrotadas de fieles y cofrades y mecida por la suave brisa del vaivén que levanta el ritmo de sus bambalinas. Una señora mirando sus ojos misericordiosos y de infinita belleza le piropeó diciéndole que era la “Reina de nuestras almas”.
Todo el cortejo procesional hasta su llegada al templo en la madrugada rodeada del amor de sus cofrades fue una visión espléndida y majestuosa de la Cofradía el Lunes Santo. En la presidencia se encontraban el Hermano Mayor Manuel Arqueros Cayuela, el Presidente del Colegio de Médicos y Pregonero de la Semana Santa Francisco Ortega Viñolo, el Rvdo. P. Ramón Garrido Domene, y miembros del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil.
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