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IV PREGÓN DE LAS GLORIAS DE MARIA

Nazarenos del Silencio Blanco de Almería

Te saludo, Señora Santa, Reina Santísima, Madre de Dios, María que eres Virgen hecha Iglesia, elegida por el Santísimo Padre del Cielo, que fuiste consagrada por él con el Santísimo amado Hijo y con el Espíritu Santo, y que tuviste y tienes toda la plenitud de gracia y de todo bien. Te saludo, su palacio, te saludo, su tabernáculo, te saludo, su casa, te saludo, su equipamiento, te saludo, su esclava, te saludo su Madre.

Te saludo Virgen del Consuelo en nombre de tus hijos cofrades de la Real, Ilustre y Franciscana Hermandad del Silencio de Almería.

Extraordinaria plegaria de San Francisco de Asís que pone de manifiesto la excelsa gloria de María Santísima, cordón umbilical con la Santísima Trinidad, y por tanto, unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo.

Y con el fuego nuevo del cirio pascual, símbolo de la carne de nuestro Cristo de la Redención en su Sagrado Descendimiento, final del tránsito terrenal y principio de la existencia trascendental, alfa y omega, que en la noche de plenilunio del Jueves Santo, noche de misterio y de amor, recibe el consuelo de una mujer, reina y madre, que llora llena de gracia, por la que, Castillo Lastrucci logró en ella, la gracia del arte, la gracia de la perfección, la gracia de la finura, la gracia de la hermosura, hasta llegar a sugestionarnos e impregnarnos con tu hermosa dulzura a tus hijos cofrades y nazarenos del Silencio Franciscano.

Fiat mibi secumdum verbum tuum, hágase en mi según tu palabra.

Mirad a María del Consuelo, Señora del dulce nombre, recogida en oración, fue la primera creyente de Cristo, no dudó en ningún momento del Proyecto de Dios.

Ahí la tenéis en el Descendimiento Sagrado de su Amado Hijo, después de sucumbir ante el anuncio del Ángel, la profecía de Simeón, la pérdida del niño en el Templo, la respuesta de Jesús en Caná, ante la pregunta de Jesús quién es mi madre, y por ultimo en el trueque de un Hijo por otro, seguía firme en su pronunciamiento al Ángel Gabriel, estando en lo más alto del paso, passus, dolor, junto a su Hijo al pie de la Cruz, Santa María, y María, mujer de Cleofás, Maria Magdalena, y Juan, discípulo que El amaba.

Que pasaje más inmenso tenemos delante de nosotros, el Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que escena tan familiar, cuantos años haciendo la Estación de Penitencia junto al dolor, sufrimiento, y agonía, y a su vez, que esperanza derramó en la Redención del Descendimiento, Jesús moribundo no tiene más interés que darnos a todos la Maternidad espiritual de María:

Jesús, viendo a su Madre, y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo ,Ahí tienes a tu Madre.

Que donación más grande nos hizo, nos dejo a su Madre, a la Madre de Dios, como nuestra Madre, hoy en la advocación del Consuelo.

Rvdmo. Padres Franciscanos de nuestra amada Iglesia Católica
Sr. Consiliario

Iltmo. Sr. Delegado de Apostolado Seglar

Sr. Hermano Mayor y Junta de Gobierno

Estimados Hermanos en Cristo Jesús, a todos, el saludo de esta Hermandad Franciscana, de Paz y Bien.

Es para mi un momento ciertamente emocionante, y diría incluso que turbador, pero a la vez de gran gozo y responsabilidad, ya que podréis imaginar cuales pueden ser ahora y aquí mis sentimientos.

Os conozco a vosotros y sé de vuestra sapiencia y de vuestro fervor y devoción con que profesáis el amor a María Santísima, por lo que, estoy plenamente convencido de que tenéis vuestro pregón o muchos pregones que describirían con profundas palabras las virtudes y bienaventuranzas de María Santísima.

Os voy hablar como cofrade de esta Hermandad del Silencio, como uno más de vosotros, a sabiendas de que seguramente peque de osadía al expresar lo que siento, por lo que os pido perdón e indulgencia.

Y el que no es agradecido no es bien nacido, por ello debo comenzar este Pregón, con mi más sincero y fraternal agradecimiento, en primer lugar al Sr. Hermano Mayor, a mi amigo, Manuel Vicente Barranco Rodríguez, y a toda su Junta de Gobierno, por depositar, una vez más, vuestra confianza, vuestra amistad y vuestro cariño a mi persona por unos méritos, que ni soy merecedor, ni he contraído al día de fecha, por lo que, os reitero públicamente mi gratitud y mi apoyo a vuestra ingente labor cofrade.

Agradezco a Dios, que por intersección de María Santísima del Consuelo, la providencia de haber derramado la gracia de la fe sobre mi familia, y sobre mí, y por tanto, mi veneración a unas imágenes que me acompañan durante todo el día en la adoración permanente a la Santísima Trinidad.

Porque no podemos dudar en ningún momento, y menos un cofrade, a quien tributamos veneración a una imagen de María Santísima, que “si queremos ser cristianos, debemos ser marianos”, hasta llegar nuestra devoción a una entrega filiar a Aquella que es su Madre.

Es deseo mío, ofrecer este Pregón a tantos y tantos cofrades que ya no están entre nosotros, que se marcharon para siempre, vestidos con la túnica de nazareno de la Hermandad. para encender el cirio, la luz, en la morada del cielo, en donde no hay ni dolor ni cansancio, sino el triunfo de la Resurrección, pero que nos dejaron su buen hacer, y que a buen seguro junto al Santísimo. Cristo de la Redención en su Sagrado Descendimiento y María Santísima del Consuelo ruegan al Padre por nosotros y por nuestra Hermandad.

Vaya para ellos nuestro emocionado recuerdo y nuestra inmensa gratitud por transmitirnos la piedad popular.

También quiero tener unas palabras de homenaje a la mujer cofrade, por su comprensión y amor, son los cirineos de los esposos, hijos, novios, amigos y familiares, ya que sin su quehacer y sensibilidad sería difícil nuestra vocación cofrade. Hoy en este mundo increyente, que ha dado la espalda a Dios, sois vosotras, en vuestros hogares, en la Iglesia doméstica, las que podrías inculcar y transmitir a vuestros hijos el amor a la Iglesia y el servicio en las Cofradías. Y es aquí en esta especial dedicación a las cofrades, donde hago eco, que a pesar de ser una día vacío en la liturgia, aunque de una alegría contenida, era tradicional que después del silencio profundo y denso del Jueves Santo, viendo tu muerte balanceándote en el madero, el silencio del rostro del dolor sereno de la Virgen del Consuelo, que volvamos a verte en la Soledad de María el Sábado Santo, tarde del cielo, cristal de Almería, sin corona para la Reina, vestida de luto riguroso, seda y raso negro para cantarte por seguiriyas que los almerienses, los cofrades en nuestro interior queremos ver en ese dolor de María del Consuelo, rostro bendito de tu Hijo, armonía perdida, rostro de las madres de los hijos del día a día, ser el bálsamo que enjuague tus lágrimas para alcanzar algún día la promesa de entrar en la morada del cielo.

Más inmenso que el mar es tu quebranto,
más profundo el abismo de tu herida
más secreta tu pena dolorida
más serena la calma de tu llanto
y más sola que el alma de Almería
Soledad junto a ti el Sábado Santo

De los pocos panegíricos con que he disertado, ha sido el primero, en el que me encontrado con más indicaciones o sugerencias, las cuales, todas y cada una de ellas, aparte de agradecerlas, también han sido tenidas en cuenta, en todo aquello que está dentro de pobre saber y entender.

Pero lo que más me aterrorizó fue ver quienes fueron mis antecesores que os han pregonaron, Fray Ricardo de Córdoba, Fray Juan A. Díaz, Don Ginés García Beltrán, Don Eduardo de Vicente, y para mayor, obligación contractual con vosotros, mi presentador, que ante todo es un buen cristiano y un gran cofrade por vocación, pregonero entre los pregoneros, a quien agradezco sus palabras de exhortación.

Por todo ello, como respeto de este humilde cofrade, a todos Vdes., “con vuestra venia”.

Ojará que mis palabras en la festividad de la Realeza de María en el mes más mariano, sirvan para transmitiros cuan importante fue la labor de María Santísima antes, durante y después de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, y por ende, contagiaros de la novedad actual del Evangelio en torno a María Santísima, modelo y prototipo, quien dejó de ser madre del Redentor para convertirse en la primera discípula de Cristo.

Ha querido el destino que fuese esta Hermandad de Penitencia la primera entre las Cofradías almerienses de la capital la que organizará el primer pregón de exaltación mariana, allá por el año 1996 con motivo del L aniversario fundacional de la misma, que gran acierto y gran gozo se siente el ver como continua celebrándose aquello para lo que surgió de forma especial para ensalzar dicha efemérides.

Y no solo ha bastado el continuar este panegírico durante seis ediciones, sino que del contenido de dichos pregones se desprende la necesidad imperiosa de seguir acrecentando la piedad y la religiosidad hacia María Santísima en la advocación de Madre del Consuelo.

No hay ningún momento de las Sagradas Escrituras, ningún momento en los que María dudara de la fe en la misión que Dios le encomendó.

Fijaros que solo María Santísima fue citada por su nombre 18 veces, dos de los cuales referidos a la vida pública de Jesús, y el resto a la infancia, y en 35 ocasiones fue nombrada como Madre de Jesús.

Pensáis que acaso María pudo dudar de su maternidad divina cuando del pasaje evangélico se dice que “al ser anunciado a Jesús que su madre y hermanos están fuera y quieren verla”, responde Jesús, “mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen “ y extendió sus manos hacia sus discípulos.

O cuando una voz de una mujer entre la multitud que escuchaba la predicación de Jesús, dijo “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron”, y Jesús les respondió “Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.”

Que dos escenas más difíciles para una Madre, y sin embargo es aquí donde María se consagra a sí misma como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo. Ella trazó su camino desde la Anunciación hacía Dios de forma heroica y ejemplar, ya que desde el anuncio del Ángel, “Alegrete, llena de gracia, el señor está contigo”, desde ese momento y hasta la llegada de la vida pública de Jesús, María durante la vida ordinaria del Señor, conserva en su interior el misterio de su Hijo hasta que llega a la boda de Caná, en la que actúa de intercesora, señalando un momento crucial en la vida de la salvación.

María es una mujer auténtica, que sufrimiento callado y silencioso, en un segundo plano, pero colaborando y participando de forma preeminente como intercesora, como mediadora hasta llegar a estar junto a la Cruz de forma erguida, sufriendo con el Unigénito y asociándose amorosamente a los dolores que sufrió en la Cruz por nuestra salvación del que Ella mismo había engendrado, habrá más dolor que el suyo.

Porque sabéis vosotros que María es nuestra única esperanza, la que nos hace estar unidos junto a Nuestro Señor Jesucristo, y por ello, te queremos ver coronada, sí coronada, y no vamos a trabajar para conseguir que María Santísima del Consuelo sea coronada canónicamente, por que eres más dulce que la miel, más bella que la flor y más pura que la Luz.

María Santísima del Consuelo eres toda hermosa, y no hay en ti mancha, eres Reina y Señora de todo lo creado.

Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza, vestido de sol, la luna a sus pies, María Virgen sin mancilla, reparó la caída de Eva, y ha pisado, con su planta inmaculada, la cabeza del dragón infernal. Hija de Dios, Madre de Dios, Esposa de Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo la coronan como Emperatriz que es del Universo, y le rinde pleitesía de vasallos los Ángeles, y los patriarcas, y los profetas y los Apóstoles, y los mártires y los confesores y las vírgenes y todos los Santos y todos los pecadores, y tu y yo.

Sí yo quisiera que este Pregón sirva, dentro del magisterio de la Iglesia, a fomentar y vigorizar el acuerdo del Cabildo de coronar canónicamente a María Santísima del Consuelo, porque es de tiempo inmemorial el culto a las imágenes que han sido reconocidas y recomendadas por la iglesia, y que durante estos cincuenta y seis años de estar entre nosotros ha permitido crear una relación mística que le hace estar presente, en la experiencia personal de la vida de los cofrades, pues esta imagen nos acompaña, nos guía y determina parte de nuestra vida.

Hay fundamentos y argumentaciones más que suficientes para iniciar él tramite de su coronación canónica, o acaso, no habéis visto andar descalzos a cofrades en su Estación de Penitencia, arrodillarse día tras día en su capilla, tiene su propio himno, plegarias, reproducciones de la imagen en la entrada de casas, bares, en lugares de trabajo, como signo de bendición o dedicación de la familia, o del cofrade que la coloca y vive en torno a ella. No se llevan las estampas en las carteras, se colocan sobre la cama, y hasta en la imagen de Almería con motivo de la candidatura a los juegos olímpicos 2005, aparecía en su reportaje.

Y no solo lo expuesto, acaso no acudimos a venerarla en ciertas fechas como son su onomástica, triduo, besamanos, o se le consagran o presentan recién nacidos, se les muestra a los enfermos y moribundos, y un largo número de gestos que hacen que la presencia de María Santísima del Consuelo, Palomita de San Agustín, sea una imagen llena de esperanza y de alegría a miles de feligreses de esta parroquia franciscana. O acaso, la belleza y su color no estimulan vuestra oración, así como vuestro corazón para dar gloria a Dios.

Pues bien, el derecho codicial canónico nos permite que el culto, la devoción y la veneración de esta imagen supongan unos compromisos cristianos, dentro de la organización de la iglesia, dentro del entramado social de nuestro barrio, de nuestra ciudad.

No quisiera que esta iniciativa supusiese una confrontación de ninguna índole, sino todo lo contrario deberá de servir el largo peregrinaje hasta su coronación para frenar el gran proceso de secularización en las creencias, en el vocabulario religioso, y en los valores, a fin de que lo religioso siga influyendo en la vida cotidiana de nuestra ciudad.

Hoy día el coronar canónicamente una imagen supone un culto de la posibilidad de construir y recuperar unas formas que están desapareciendo en ser cristiano.

Algunos pueden pensar que coronar canónicamente a una imagen es algo anacrónico o que en los tiempos que estamos es extemporáneo, pues mas allá de estas preguntas, surge la respuesta, que la Coronación es un acto propio de la realeza, que los fieles lo refirieron a las imágenes marianas mucho antes que oficialmente la iglesia hubiera establecido canónicamente en la festividad litúrgica de santa María Reina, instituida por la Santidad de Pío XII en 1954, y que quedó puesta para el día de hoy, 31 de mayo, aunque se celebra el día 22 de agosto, infraoctava de la Asunción, para más acercarla a este Misterio.

Por tanto, es inmemorial celebrar este Misterio de la REALEZA, antes incluso de su establecimiento litúrgico. Y no solo ello, sino que el Rosario lo incluye en la meditación del quinto de sus gloriosos, la letanía Lauretana pregonaba la realeza de la Virgen sobre los creyente como primera y cabeza de todos, Reina de los Confesores, Reina de los Profetas, Reina de los Mártires, Reina de los Ángeles, Reina de los patriarcas, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina elevada al cielo, Reina del Santísimo Rosario, Reina de la Paz, Reina de la Cofradía del Silencio, y la Salve la une a la Maternidad divina, Dios te Salve, Reina y Madre.

Estoy convencido de que sí se articula adecuadamente la metodología de su exposición, esta coronación puede suponer un verdadero movimiento trascendente de un gran calado espiritual y evangélico, y hasta la ceremonia suele atribuir un carácter penitencia y de enmienda.

Ahora bien, mi propuesta para comenzar esta andadura, estriba y se fundamenta en la formación permanente de los cofrades y no cofrades, y que vivan su vocación cristiana en un nuevo marco, con verdadera mística, de forma profunda, gozosa y contagiosa, del valor que significa Cristo en nuestras vidas.

Y en ese largo caminar de fe, tenemos que dar respuesta a los problemas del hombre actual, de alumbrar senderos nuevos, nuevos métodos, y en particular tener muy presente a las nuevas generaciones de jóvenes.

La Coronación canónica tiene que ir precedida de unos cauces para profundizar más en la fe, y ser la respuesta a la exigencia de dar razón de la esperanza en el mundo con sus graves y complejos problemas, pero que no se quede en buenos deseos.

Hoy día a un cofrade se le exige mucho, tiene una gran misión apostólica, primero como seglar, que deberá tender a impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico, y como laico, tiene un derecho y una obligación de ejercer el apostolado por su unión con Cristo cabeza, y así lo ha expresado la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar en España, éste, si es auténtico, tiende a llevar a los hombres a la plenitud de la fe en Cristo, y por tanto a la unión cada día más profunda en la Fe de la Iglesia.
No hay que inventar los medios de formación, están ahí, la celebración de los Cultos, tanto los que se tienen a lo largo del año, como aquellos otros que con este motivo se organicen, rezo del Santo Rosario en la Parroquia como en la familia, rezo del Ángelus, asistencia a la misa dominical. Celebración de Cabildos para poner en común nuestras experiencias, reuniones periódicas, programas de formación, jornadas o pequeños cursos de formación, constitución de grupos formativos, celebración de retiros trimestrales y ejercicios espirituales, revisión de vida, y animar a los hermanos a hacer cursos en las Escuelas de Teología para Seglares existentes en esta diócesis. Todo ello, permitirá tener una Comunidad cofrade impregnada por la fe, y fundamenta en la Palabra de Dios, y por consiguiente integrada en la iglesia Diocesana, viviendo su realidad eclesial en estrecha comunión con el Obispo.

Pero nuestra propuesta de Plan para llevar a cabo la citada Coronación no ha terminado, ya que aquí en nuestra Parroquia, sede canónica de la Hdad., tiene que integrarse mucho más la Hdad. en el plan pastoral, participando en el correspondiente Consejo Pastoral de forma activa, a fin de dar una mayor eficacia al apostolado de todos los hermanos.

Entender que lo que hemos aprobado es algo muy serio que nos compromete de por vida, una imagen coronada, goza de prerrogativas, por ser considerada una imagen preciosa de gran valor artístico, y de acreditado culto que se le tributa. Igualmente, implicaría que dicha imagen no pueda venderse fácilmente, sin licencia del Ordinario, o trasladar a perpetuidad del lugar sin licencia de la Sede Apostólica, quedando incluida de modo especial en la obligación de ser expuesta a la veneración pública. Asimismo, esta parroquia se convertiría en centro devocional idóneo para solicitar la concesión de indulgencias por las que obtener la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa y, por supuesto celebrar desde el próximo año Solemne Misa Estacional con motivo de la Realeza de la Virgen.

Proponer esto es un deber serio, de vivir nuestra vida ordinaria con fe, que se deje entrever nuestro cambio en la familia, en el matrimonio, en el trabajo, la profesión, los negocios, que sea una Estación de Penitencia diaria, de todo el año, de saber mantenernos nazarenos, nazarenos bautizados, no eso de decir soy católico, cofrade, pero no-practicante. Obras son amores, es un compromiso de caminar siguiendo a Cristo de cerca, llevando nuestro costal, sobre nuestros hombros, sobre nuestro antifaz, pero sobre todo en nuestro corazón.

Coronar a la Virgen es caminar, peregrinando, subiendo, avanzado y a veces, retrocediendo, pero volver a levantarse.

Iniciar este proceso es proponer a nuestro Obispo que en nosotros se va ha producir una auténtica conversión, una auténtica penitencia, en nuestra manera de pensar y de actuar, y por supuesto, la Cofradía del Silencio tiene que estar unidad en comunión,
“Antes de presentar la ofrenda ante el Altar, ve y reconcíliate con tu hermano”.

No admitamos malos pensamientos de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente. No hablemos mal de nuestros hermanos, aunque tengamos sobrados motivos. Vayamos primero al Sagrario, y luego al Sacerdote, tu padre, y desahoguémonos nuestras penas con él. Y con nadie más.

Esta iniciativa es una Acto Corporativo, para renovar nuestra fe en la iglesia, la Fe en Dios, la fe en Cristo y reforzar nuestro carácter eclesial, revaloración y acercamiento a la confesión sacramental, para recibir las indulgencias y gracias espirituales de la misma.

Y es ahora cuando ante vuestro ejemplo cofrade de dar una vez más ejemplo de fidelidad a las exigencias cristianas, sois merecedores de la gracia divina de alcanzar la santidad.

Sí la Santidad

Desde que recibimos el Sacramento del Bautismo estamos llamados a la Santidad, a través de nuestro testimonio de vida cristiana, la palabra de Dios y la acción responsable desde esta Cofradía del Silencio para cumplir la misión divina.

Seguramente, el termino santidad, no lo hablemos escuchando de forma asidua en pregones, pero es hora, de hacer presente entre nosotros la santidad, ya que es lo que nos pide Dios, a ti y a mí, y dentro de nuestro ámbito cofrade es lo que nos dará esfuerzo, brío y valor para escalar cotas más altas en nuestra perfección de la vida ordinaria. A veces, consideramos que no es el momento propicio, mañana será mejor, otro día, hoy no puedo, como si la santidad dependiera del tiempo del que disponemos, como si mañana fuéramos a tener más fuerza, no cofrades, no dejemos transcurrir el tiempo, nuestra vida, y hagamos de nuestra Cofradía, aparte de ocupar un lugar preeminente en nuestra Semana Santa y Cofradías, la de ser un hogar vivo, en lo humano y en lo sobrenatural, y vivamos la fe como recién convertidos al cristianismo.

La santidad no es solo una cuestión que atañe a los sacerdotes, monjas, frailes y obispos, sino que a parte de ser una exigencia personal y social, es la dignidad de la vocación divina de todos y cada uno de nosotros, de los Cofrades. Y ello solo es posible fortaleciendo de manera efectiva la comunión eclesial, promoviendo cofrades participantes y con carácter apostólico. Las Hermandades, y los cofrades, debemos de evitar una clericalización o una exclusión en la misión de la Iglesia. Seamos misioneros no solo en la Semana Santa con nuestras túnicas de Nazareno, sino todo el año, y cuando llegue esos momentos de desencanto, tengamos cerca la imagen de María Santísima del Consuelo, pañuelo de nuestras lágrimas, celestial Señora, que cada año bajas de tu capilla para acogernos en tu regazo.

Dirección Espiritual

Nuestro espíritu cristiano y cofrade nos hace necesario, y sobre todo en estos tiempos de neopaganismo y secularización de nuestra vida diaria, a vivir en íntima unión eclesial con el Romano Pontífice, el Episcopado y todos los hermanos en la fe.

Debemos de acoger con afecto y cariño las directrices pastorales, exhortemos a nuestros Consiliarios y Directores Espirituales a que nos guíen a través de la Palabra del Evangelio, para cumplir fielmente las funciones encomendadas.

Amar a Dios y no venerar al sacerdote no es posible. Es necesario que el cofrade mire al Sacerdote en su elevada dignidad, sea cual sea el soporte humano en que haya encarnado el sacramento del Orden, respetemos a todos los que han sido llamados por el señor para viñadores cualificados, para operarios sobresalientes de sus mieses. Ellos han dejado todo el bienestar, de una familia, bienes, padres, madres, hermanos, por ese arranque de generosidad, por ese acto amoroso al Divino Pastor, debemos tener nuestra consideración y nuestro afecto.

Ahora bien, no pueden los sacerdotes, los religiosos, y no podemos los cofrades renegar de lo que, constituye una tradición común, de los que, todos durante mucho tiempo han alentado, cobijado y sostenido.

Ansiamos la dirección espiritual en las cofradías como asesor religioso, orientador de las conciencias y nexo conciliador de la comunidad cristiana y eclesial.

Desde aquí pido la intercesión de María Santísima del Consuelo para que envíe obreros a su mies, para que la cuiden y dé el fruto de que seguro será multiplicado, por que la tierra es buena y solo espera y está deseando que se le cultive con esmero.

Sigamos nuestro trayecto a través de María Santísima dormida, otra imagen que nos acompaña a los feligreses de esta Parroquia, y presenciemos que están alrededor de su lecho los doce Apóstoles, sustituyendo a Judas Matías, y todos nosotros también estamos a su lado, para rezar con regocijo que María ha sido elevada por Dios en Cuerpo y alma a los cielos, despegando toda una corte celestial tomado nosotros el manto negro de la virgen del Consuelo para contemplar dicha maravilla.

Y no podemos dudar en ningún momento que la victoria de Cristo no podría considerarse completa sin la glorificación corporal de María Inmaculada, Madre de Dios y siempre Virgen.

Pero seguid contemplando a María del Consuelo, en esa actitud penitencial, transida de pena, detrás del Sagrado Descendimiento, encarnando el dolor, fruto y principio de la vida, seguro signo de esperanza, amor mimoso, emoción incontenible, obra perfecta de la Redención de Cristo, que al procesionar el Jueves Santo, la noche se hace luz, y la gracia de tu rostro alumbra nuestros corazones, la liturgia se viste de blanco para conmemorar la instauración de la Eucarística, y es que en ese día trasciende un algo especial, distinto a los demás días de nuestra Semana Mayor, ya que de forma misteriosa se vive el amor de Cristo, que tanto nos amó, que quiso quedarse con nosotros como alimento y agua viva. Y es que nosotros, ya no vamos a ir a Jesús del Descendimiento a través de María, sino que, a través de María del Consuelo a Jesús de la Redención en su Sagrado Descendimiento.

Y es desde aquí, con ahínco, con alegría, trabajemos para conseguir esa Bula Pontificia de la coronación canónica de nuestra Madre del Consuelo, que no es nuestra, sino que todos nosotros somos de Ella, ya que nos has inflamado nuestros corazones de tus hijos cofrades: Salve Madre en la tierra de tus amores, te saludan los cantos que alza el amor. Reina de nuestras almas, flor de las flores.

Vivimos momentos difíciles y complejos, todo está globalizado, pero aunque sigua cambiando el futuro, nuestras celebraciones se siguieran realizando, porque no cambiaran y permanecerán inmutable por encima de cualquier contingencia, y es que la fe de gran parte de Almería en la misión redentora de Cristo, el amor a la Virgen María, la veneración y el cariño hacía las imágenes y hacia las advocaciones que han perfilado y cimentado a los largo de años lo mejor de nuestras tradiciones permanecerán como ejemplos de una Iglesia a la vez secular y renovada, como muestra viva operante de la religiosidad de un pueblo en la vivienda solidaria de la fe y de la caridad.

Por eso, cuando parece haberse suspendido el diálogo del hombre con Dios, nosotros, con esta iniciativa de la coronación, instamos a que sigamos hablando de Él a través de su bendita Madre María del Consuelo.

El culto al bienestar, la pérdida de la moral, el vacío religioso, la perdida de la conciencia al pecado y el sentido materialista de las Instituciones públicas, nos llevan a las Cofradías a renovar la gran misión que tenemos encomendada.

Vivimos un momento esplendoroso cofrade, y por ello debemos de hacer todo lo necesario para que el fervor y la devoción a nuestras Sagradas Imágenes se manifiesten en actitudes de cariño y afecto para que se sientan atraídos tantas mujeres y hombres sedientos de Dios, de Cristo, de María.

No permitamos que nuestra Cofradía se convierta en una sola dimensión artística, sino que escuchemos la Voz del Señor, luz del camino, cuando dice “Si alguno quiere venir en pos de mi, niégose, tome su Cruz y sígame.”.

Hagámonos presente con esta iniciativa en el mundo de la cultura, sin complejos ni temores, de forma consciente y madura, ya que nos dice Juan Pablo II, que una fe que no se hace cultura, es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada no fielmente vivida.

Finalmente cofrades del Silencio convirtámonos en Cirineos de la Iglesia para seguir cumpliendo fielmente los fines de la Hdad. y de esa forma conseguir que Cristo pueda elevarse sobre los mundanos suelos.

Pido vuestra absolución, si creéis que lo dicho no es lo correcto, pero cofrades del Silencio, tenemos todo, a Jesús en su Sagrado Descendimiento, a su Madre María Santísima del Consuelo, a nuestra Iglesia Diocesana, a nuestra Parroquia Franciscana, nuestra Casa de Hermandad, los Hermanos de la Cofradía, y nuestro estilo propio y único de Almería.

He cumplido mi quehacer, y quisiera caer en los brazos de María Santísima del Consuelo, para pedirle que me de un corazón lleno de amor y de humildad, ya que en los momentos difíciles e inquietantes has sido mi vigilia de las noches, mirar su rostro siempre me has dado la respuesta.

Amad a la Señora y Ella os hará obtener la gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. Y al contemplar a Nuestra Señora del Consuelo, mira en su corazón, que Ella es una Madre con dos Hijos, frente a frente: Él, Jesús, y Tú.

Dios ha querido este encuentro en este lugar dirigiéndoles la palabra para cantar las glorias de María y de nuestra Cofradía, para reflexionar sobre ella y para deciros Cofrades del Silencio esta es nuestra hora.


Y si alguien te ofende o te olvida,
Reina del Consuelo,
Yo te juro Estrella del Jueves Santo,
Limpia de tu mancilla
Que ese nunca pudo ser
un cofrade del Silencio.

Pregón disertado por el Hermano de la Cofradía del Silencio Rafael Leopoldo Aguilera Martínez en la Parroquia de San Agustín (Padres Franciscanos)

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