María Santísima del Consuelo vestida de luto Foto: Don Víctor González Felices |
La Iglesia, como piadosa madre, se viste de luto, y se esfuerza por aplacar a Dios en favor de aquellas almas que murieron en gracia, pero están detenidas en las cárceles del purgatorio para expiar la pena debida por sus pecados. En España nació, largos siglos ha, el privilegio de que en este día, uno de noviembre, todos los sacerdotes puedan celebrar tres Misas por los difuntos, costumbre que modernamente, después de haberla disfrutado en Madrid, el Papa Benedicto XV extendió a la Iglesia universal. Las Misas pueden celebrarse hasta las dos de la tarde. Todos los altares este día día privilegiados; es decir, por cada Misa celebrada en cualquier altar se saca un alma del purgatorio.
¡Qué magníficas son las esperanzas cristianas! Ante los despojos mortales de un ser querido, la fe se levanta en nuestro espíritu y nos dice: Es necesario que ese puñado de corrupción se yerga revestido de gloria incorruptible. Entonces será el triunfo total de Cristo en nosotros, venciendo no sólo al demonio y al pecado, sino a la muerte, que es castigo del pecado. Al fin del mundo, Jesucristo resucitará nuestros cuerpos del polvo de los sepulcros, para que en cuerpo y alma recibamos el premio o el castigo merecido con nuestras obras.
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