Día sí, día también, surgen en diversos ámbitos la dura crítica de
la realidad y la búsqueda de nuevos caminos en el deber de la cosa pública con
nuevas leyes, cambio de formas instituidas de convivencia, mecanismos sociales,
que harán una mejor justicia, equidad, participación, etcétera; interesante
proyección desde el pensamiento utópico.
Se pretende con nuevas ideas
idealizadas y un descrédito de la actualidad, poner de relieve una refundación
de los lazos sociales en estos tiempos de globalización, postmodernidad y
neoliberalismo, lo que puede dar lugar, que en ver de paliar lo necesario y
urgente para toda comunidad de personas, nos pueda traer consecuencias más
complicadas que las actuales.
Todos queremos dar un salto hacia
el futuro más mediato, hacerlo viable, y puede darse al trasto todo ideal por
su propio carácter fantástico o imaginario, que al hacerse pragmático en la
sociedad se convierta en un mero sueño, un deseo imposible, por no decir una
pesadilla. Lo peor de todo, es que un rechazo a lo actual y el deseo de
instaurar algo nuevo, puede recaer en un autoritarismo más feroz e
intransigente que aquello que se quería superar.
¿Cuántos ideales utópicos no han
dado y dan lugar, en la historia de la humanidad y actualmente, a todo tipo de
injusticias, intolerancias, persecuciones, atropellos y dictaduras de diversos
signos? El solo juego de las fuerzas dominantes conducidos por los
“democráticos” gurúes del único pensamiento,
descartando la capacidad humana de crear realidad a partir de una
aspiración ética, ya sea por el hartazgo de promesas incumplidas y los
maratones del éxito, puedan dar lugar a más tinieblas y sufrimiento.
No hay un solo día que no
respiremos desencuentros, nos hemos acostumbrado a vivir la cultura del
desencuentro, en la que prevalece el conflicto como eje vertebrador de la
dictadura del relativismo y la del poder como ideología única. Pero también son
muchos los que aplican la riqueza de la solidaridad, del sacrificio, de la recta sabiduría en hacer posible que el
pueblo cuide y cultive su dignidad por ser valioso por sí mismo, más allá de
sus funciones o de su utilidad para otras cosas de ocio productivo. Hoy más que
nunca es necesaria la grandeza de la verdad. La verdad siempre es combativa,
pero también es combatida. Es combatida porque es combativa. La verdad no es
una cosa, es la verdad que nos hará libres.
Rafael Leopoldo Aguilera Marínez
Comentarios