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Andaluz, que a su juicio es ser doblemente español, siente nuestras cosas, basta encontrar en ellas la plenitud del ejercicio de su profesión de agricultor, quiebro vital en su existencia, ante otras opciones bien distintas. El habla de nuestro pueblo, sus costumbres, manifestaciones culturales, incluso la búsqueda de las raíces de lo cotidiano, como queriendo encontrar la grandeza de lo andaluz en sus propias esencias, y constituyen asuntos que han ocupado su trabajo y hoy no puede ocultar su alegría, más aún su orgullo, de haber participado activamente en los acontecimientos principales de la vida municipal y provincial, como en los quehaceres diarios, que hacen posible la sensibilidad popular. Gabriel Amat Ayllón, humilde, hasta sentirse sorprendido por sus sucesivas designaciones de carácter público atendiendo a su carisma, acompañado por su familia y su siempre amada esposa a su vera para compartir la carga, y una oración al pie de la Virgen del Rosario, como símbolo de amor y mandato de entrega.
Nacido de las entrañas del duro trabajo, bañada su niñez en las íntimas caricias de la armonía, encuentra en la honestidad y la entrega, los pilares que soportan su hoy reconocida calidad humana. Y hoy se entrega a la colectividad en forma de ser sencillo y puerta abierta siempre al encuentro. Rectitud y fidelidad, son los valores familiares que siempre le acompañan, hasta encarnarlos en su forma de ser. Como dicen de él sus amigos, difícil por exigente, querido por sencillo, y entregado.
Se dice de él, que vive sus convicciones humanísticas y cristianas hechas actuales, bañadas con las viejas soleras de nuestras tradiciones, abierto sin limitaciones al pensamiento del otro, construyendo así la verdad que necesita para dar sabor a las pequeñas cosas que llenan sus horas.
Texto:Rafael Leopoldo Aguilera
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