El tejido social comprometido con esta cuestión no está por el cambio de lugar del monumento funerario de "Los Coloraos". Lo que tendría que realizar de forma urgente y en un acto solemne es depositar los restos cadavéricos de los finados en una urna y colocarla en el propio cenotafio y adecenta con ornato la zona y entorno de "La Joya", que se encuentra en un abandono absoluto.
¿Trasladamos el Monumento a Los Coloraos o lo dejamos en la Plaza
Vieja?
NO
En la mesa el catedrático de Historia de la Universidad de Almería y ex
concejal de Cultura que encargó el monumento, Fernando Martínez López; el
arquitecto a quien se le encargó el proyecto, Eduardo Blanes Arrufat; el
arquitecto Antonio Góngora y la concejal de Fomento, Ana Martínez Labella, todo
moderado por el decano de los arquitectos, José Eulogio Díaz Torres.
Tras la magistral intervención historiográfica del Dr. Fernando
Martínez López, quien expuesto con exquisita sensibilidad todos los avatares
que ha sufrido este monumento a la gesta de este grupo de liberales, que
quisieron restablecer la Constitución Española de 1812 ante la aptitud absolutista
del Rey Fernando VII y que perdieron su vida en defensa de las libertades y los
derechos individuales de los ciudadanos, no tiene porque variarse su ubicación.
Pero quizá los argumentos más de peso en ese lado del discurso los dio
el arquitecto encargado del proyecto del Pingurucho Eduardo Blanes. Ante
aquellos que consideran que un elemento de esa altura debe estar situado en una
gran avenida para verlo en toda su dimensión defendió que “la percepción de un
monumento no es solamente en la larga distancia”. Ponía ejemplos de plazas con
elementos centrales como éste en París, Londres, o las que albergan los
monumentos a Mariana Pineda en Granada o
al general Torrijos en Málaga.
Además, considera que es fundamental para entender el Pingurucho el diálogo
que establece “el ser una iniciativa civil y estar ubicado frente al principal
elemento civil de la ciudad, su Ayuntamiento” por lo que “queda totalmente
contextualizado”. Teniendo siempre en cuenta además que “sacarlo del Casco
Histórico, de la ciudad que existía” sería casi una incoherencia histórica, ya
que fue en esa zona donde ocurrieron los hechos a los que se hace alusión con
este monumento.
Más allá de la mera interpretación arquitectónica, llamó la atención la
parte técnica que ponía sobre la mesa Blanes Arrufet. Y es que el monumento fue
construido “con grandes piezas de mármol” y para unirlas ante su gran
complejidad “se utilizó acero inoxidable y adhesivo de altas prestaciones” para
que “no lo moviera ni una bomba atómica”, decía Fernando Martínez.
Esto supone que se haya convertido en “un pieza unitaria monolítica”
que “es imposible despedazarlo sin dañarlo” y que sea más fácil “cortar por
donde no hay juntas” es decir, el mármol puro. Invitó al Ayuntamiento a
reconsiderar su opción de traslado y les dejó una frase para pensar “no querrán
quedar como la Corporación que lo quitó”.
Antonio Góngora hacía en su alocución más una reflexión arquitectónica.
En ella invitaba a analizar conjuntamente las razones arquitectónicas e
históricas de su ubicación e instaba a buscar un consenso para “elegir una
ubicación que todos entiendan como una mejora”.
Se negó en rotundo a que el monumento saliera del Casco Histórico y
exponía claramente que “si hay dudas de que puede haber una ubicación mejor,
dejémoslo donde está. Es un hecho positivo pensar, repensar y volver a pensar
antes de trasladar”.Con estos mimbres construyeron así su discurso los que no
quieren moverlo.
Muy sola se quedó en la defensa del traslado del Monumento a los
Mártires de la Libertad la concejal de Fomento, Ana Martínez Labella, en la
mesa de debate organizada por los arquitectos.
Defendió que se trata de un debate que llega desde hace años y que se
mantiene porque llevan 14 años las obras de rehabilitación de la Casa Consistorial
y su plaza. De hecho recordó la edil la consulta popular realizada en 2004 por
la entonces concejal de Participación Ciudadana, Trinidad Moreno (Gial).
Inició su argumentación apoyándose en aquellos ciudadanos que defienden
que “el Pingurucho se encuentra encajonado entre los laterales de la Plaza
Vieja” y recordó que ya el proyecto “encargado por la Junta de Andalucía en
2011 contemplaba una plaza diáfana”, un proyecto que pasó por la Comisión de
Patrimonio de la Junta de Andalucía y ponía cifras a lo que podría costar
desmontarlo, según ese proyecto, 62.968 euros.
Quiso dejar claro Martínez Labella que desde el equipo de Gobierno
están “abiertos a escuchar propuestas” sobre la futura ubicación. Aseguró que
“no tiene por qué llevarse a una avenida ni sacarse del Casco Histórico”
convencida además de que “el traslado a otro punto puede realzar más el
Monumento a Los Coloraos y la Plaza Vieja recuperaría su trazado original”
antes de su primer traslado hasta la misma.
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