Estimados lectores creyentes y no creyentes, el día 6 de
marzo, es Miércoles de Ceniza, comenzando en la Iglesia Católica, Apostólica y
Romana el periodo litúrgico de Cuaresma, el cual llevará, tras la semana de
Pasión a la Semana Santa y tras la misma a la semana de Pascua con el Divino
Redentor Resucitado.
Los Miércoles de Ceniza íbamos a una silenciosa iglesia,
cuya única luz era la entrante del Cielo por las vidrieras y las velas
encendidas en las capillas de Santos entre fragancias a incienso. Tras el
Sacramento de la Confesión, vivíamos la Santa Misa y en el ofertorio, el
sacerdote revestido con los atributos litúrgicos morados, nos íbamos acercando
con las manos unidas y mirada en señal de penitencia y nos iba indicando con
unción piadosa: "Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem
reverteris", imponiéndonos en la frente la ceniza con la señal de la Santa
Cruz.
La Cuaresma periodo de ayuno y abstinencia, es el portón de
la Verdad y los sentidos en el quicio de la Primavera, en el que los tiempos
paralizan sus ritmos y la luz prolonga la espera en el plenilunio,
convirtiéndose en un duende en donde los ritmos recobran su pulso, el nuestro;
tiempo en el que los afanes se entregan a la perfección; vuelven a ser los que
fueron; la ciudad, nuestra indaliana ciudad, vuelve en sí, y en los corazones
de los cofrades bulle el ansia del encuentro, que es la primera de las cosas
que nos alegrará el espíritu ante la eminente conversión espiritual.
Qué nos pide la Cuaresma, Dios a las Cofradías en estos
momentos. Algo muy sencillo y a la vez muy gozoso, una misión apostólica,
asentar en los corazones de cofrades y no cofrades, al menos en nuestros
entornos devocionales de las sagradas imágenes, el Reino de Cristo, dirigiendo
la llamada a lo religioso, a los valores permanentes del soplo del Espíritu,
orientando las conciencias hacia los grandes Misterios de la Redención.
Quiera el Señor de la Vida y la Esperanza, que las Cofradías,
evitando todo grado perverso de politización marxista, observando al Sacerdote
en su elevada dignidad, se vean exaltadas por la actividad de apostolado y
santidad, profundamente inspirada en los principios cristianos de sus miembros,
y sigamos anunciando el Evangelio de Cristo mediante la catequesis cultural
plástica, a propios y extraños, especialmente, durante el Triduo Sacro y las
Estaciones de Penitencia en Semana Santa.
Rafael Leopoldo Aguilera
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