DESCARTES en El cogito viene a manifestar de forma fehaciente, pública y notoria
que el conocimiento es una acción falible que nos acerca de forma inequívoca a
obtener la auténtica verdad, la verdad de la temporal y bella vida y la eterna
y dulce muerte. Por ello, sí uno piensa que piensa, pienso, luego existo y
pienso, siendo esto lo único infalible, al que no cabe concepción cartesiana
contradictoria alguna entre la relación del alma cognoscitiva y el corazón del
sujete.
Hoy,
al igual que ayer y mañana, las
tribulaciones sobre el conocimiento reflexivo no nos hacen avanzar en el
conocimiento universalmente válido, que tiene en cuenta las culturas de cada
zona geográfica, y que nos hace buscar la concordancia de los aspectos básicos
de la convivencia y evitar los errores que nos han precedido a lo largo de
siglos de adoración al evangélico becerro de oro.
No
se trata de involución ni evolución, ni siempre el progreso socio-económico
está en hacer, hacer, hacer, hacer, hacer,…cansinamente y superficialmente
hacer hasta la extenuación, más bien, a veces
en la voluntad en dejar de hacer en algunos aspectos de la política, la
vida cotidiana, la vida personal…, con la única excepción en la que no cabe el
relativismo en seguir aumentando el crecimiento vegetativo tras más inversión
en I + D + i en el campo de la salud y la educación.
Sin
vulnerar las leyes de la circulación, no trato de instar a conducir ni por la
derecha ni por la izquierda, no es solo levantar el pie del acelerador tras pisar
el embrague y cambiar la marcha de quinta a segunda, sino dejar en punto
muerto, en el desaparecido limbo, para con la intensidad de la inercia que
disponemos seguir avanzando en la base de los factores que eviten los
prejuicios, la pasión, inclinaciones, apetitos, que retardan en el buen camino de los pensamientos, los
sentimientos y las creencias en la razón del conocimiento como acción de
acierto, destreza y aptitud/actitud.
Con
lo que conocemos, ¿cómo no nos es posible mejorar el presente con vistas al
futuro mediato?, sabiendo cuales fueron los errores cometidos, ahora que
estamos celebrando el septuagésimo aniversario de la conclusión de la cruenta
II Guerra Mundial, y que ante la falta de conocimiento con suficiente claridad
y distinción de los precedentes historiográficos, ¿no, no estarán condenando a repetirla por
falta de habilidades en la preservación del conocimiento?
Rafael Leopoldo Aguilera Martínez
Comentarios