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Insignias procesionales: El Estandarte


A lo largo del cortejo procesional se portan una serie de objetos que en su conjunto representan el espíritu y la tradición de cada Congregación. Entre las insignias de cada Cofradía, encontramos, entre otras, la Cruz de Guía, el estandarte de la Corporación, el libro de las reglas, la bandera de paso y otras banderas, las varas, las bocinas y paños, el guión estandarte  y banderín de la Virgen.

Podría afirmarse que el estandarte corporativo es la insignia más antigua, definido por ser una especie de bandera cortada en un cuadrángulo de ricas telas (terciopelo por lo común de distintos colores: negro, verde, burdeos, azul...) que lleva bordado en su centro el escudo de la Hermandad y exorno a realce en su cara frontal y visible. Va unido a un hasta que remata en Cruz, realizada por orfebres y recogido por un cordón de oro  con borlas colgantes y formatela en su interior. En su origen fue una enseña militar que con el paso del tiempo fue adoptada para otros usos, incluído el religioso.

Arma el interior una pieza sólida en forma de gran gota alargada, que moldea el telar, lo que ha dado lugar en la terminología cofradiera y popular a que se le llame coloquialmente "la bacalá" por su semejanza con la cola de este pez.
           
A modo de ejemplo describiremos pormenorizadamente el estandarte de la Hermandad Eucarística y Cofradía de Nazarenos de María Santísima de Fe y Caridad y su forma de portarlo. Consiste el estandarte en bandera de terciopelo burdeos, de igual color que la túnica del Señor Jesús de la Santa Cena, barrocamente adornada con motivos vegetales. Tiene forma romboidal plana en su cara frontal, recogida por dos cordones de hilo de oro que cuelgan alrededor de su asta y en su interior un armazón rígido. El mástil es de orfebrería repujada y dorada, rematado en su punta superior con la iniciales JHS (Jesús, Hombre, Salvador) que sostienen la medalla de la Macarena, con la que está hermanada y una Custodia. Centrado lleva el escudo de la Hermandad bordado en seda y fino hilo de oro, con el lema "Adoremus in Aeternum Santissimun Sacramentum". El metal es obra de talleres Aragón de Motril y la tela sale en 1993 del sevillano estudio del artesano González Hinojosa.

Al llegar al templo, el Nazareno que acarreará esta enseña se coloca el capirote para dirigirse al altar de las insignias y retirar de su soporte el estandarte. En la salida procesional, lleva el portador túnica penitencial blanca de cola recogida en cinturón de abacá, calzado y calcetín negro y la medalla de la Hermandad al cuello. El escudo en su antifaz está cosido a la altura del pecho.

Dadas sus dimensiones (pesa unos 20 kilogramos) y su altura (casi 3 metros) y que cimbrea con las ráfagas de aire, es costumbre sacar esta insignia a pulso tan sólo a la salida y llegada al templo, y durante el trayecto se apoya en el hombro la cruceta interior, con bajada a tierra en cada parón, procurando con la mano libre el equilibrio. Al generalizarse la apertura de la procesión por la Cruz de Guía, el estandarte pasará a su puesto de honor como última insignia del cortejo. Camina el abanderado alineado y escoltado en signo de respeto por dos varas de pértiga de madera rematada en su parte superior e inferior por cañón en metal ricamente labrado. Va próximo a las bocinas que avanzan el doble hilera, cerrando las insignias procesionales, junto a la presidencia de la Corporación e inmediatamente antes del privilegiado último tramo del cuerpo de Camareras que acompañan devocionalmente el palio de la Virgen.


Mantiene el portador en toda la Estación de Penitencia el sitio asignado, sin abandonarlo en ningún momento, con fervor y recogimiento con oraciones en completo silencio, sin volverse y no bebiendo ni ingiriendo alimento alguno en señal de sacrificio. Permanecerá en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol hasta que concluya la procesión con el rezo de un Credo y una Salve a los Sagrados Titulares como Acción de Gracias y un Padrenuestro por los cofrades difuntos. Por último, es tradicional el abrazo costalero  de todos los Cofrades en emocionado encuentro.

Por Ginés Valera Escobar
Cofrade de la Santa Cena

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