Para toda la iglesia
diocesana es un hecho histórico de gran gozo pascual elevar a los altares a una
serie de personas, Siervos de Dios, que sufrieron la ignominia y la
mortificación en sus vidas fruto del sin sentido común, de la intransigencia y
violencia política de una izquierda bolchiviquizada producida en 1931 con
especial virulencia entre 1936-1939.
Y como estamos en Semana Santa, quisiera
transmitir un sentir devocional y fervoroso por el Siervo de Dios, Tomás
Valera, Mártir de Tarsicio, que murió asesinado en la santidad del Señor de la
Vida y la Esperanza por "oler a cera", por ser un cofrade de a pie
que procesionaba en Sorbas y en nuestra capital.
La Agrupación de Hermandades y
Cofradías bajo el Patronazgo de la Santísima Virgen del Mar y de la imagen de
Jesús Resucitado podría proponerse al
Cabildo General y someter a consideración de la Autoridad Eclesiástica, el
también Co- Patronazgo del Siervo de Dios almeriense - Beato- y cofrade Tomás
Valera, mártir, por estar acreditada su vinculación con el catolicismo popular
almeriense - Acción Católica- en virtud de sus firmes creencias en los Misterios
de la Fe y en la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana, que le
conllevaría a sufrir con ignominia la mortificación corporal, falleciendo su
corazón con el pensamiento espiritual puesto en la Resurrección de su bendita
alma.
Este gesto de
fraternidad cofrade a los que nos han precedido en la fe en el ámbito de la
religiosidad popular, podría ser un testimonio de la piedad y signo de comunión
eclesial en aras a seguir fomentando el camino de santidad en las Asociaciones
Pías- Cofradías y Hermandades - almerienses. Con devota y fervorosa veneración
e intercesión del
Siervo de Dios, mártir Tomás Valera de Tarsicio, Laus Deo.
Hay quien opina que
la beatificación de los mártires ha sido
una reacción a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica y Democrática y que
es inoportuna por volverse a abrir heridas que parecían ya cicatrizadas y caer en el revanchismo, más aún cuando hay víctimas de
fusilamientos en la cunetas pendientes de ser enterrados.
Pero se equivocan
totalmente: los mártires que fueron muertos en la Guerra Civil eran Sacerdotes,
Religiosos o Laicos de Acción Católica o Adoración Nocturna que perdieron su
vida tan solo por odio a la fé, sin que hubieran empuñado armas ni desempeñado
cargos políticos ni interfirieran motivos económicos.
Aceptaron voluntariamente
las privaciones, las vejaciones, la tortura, la burla y el martirio con
estoicismo por su inmenso amor al Evangelio de Cristo y devoción a la Virgen
María, a lo que no renunciaron pudiendo hacerlo y quién sabe si salvaran sus
vidas. Murieron perdonando a sus verdugos y perseguidores.
Con su testimonio de
fé, los 115 Beatos de la Iglesia
almeriense son ejemplo y testimonio permanente de humanismo cristiano, al día
de hoy en una sociedad cada vez más secularizada, y de su sangre derramada
germina la bondad y generosidad, sin el más mínimo rencor, tan solo predicándose
por la Iglesia perdón y reconciliación.
Costal o Faja
Rafael Lepoldo Aguilera
Ginés Valera Escobar
Publicado en el Diario de Almería
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