Salvo que por
tradición lo vengan haciendo sí. Ahora bien, políticos no, autoridades
nombradas por Resolución o Decreto, en nombre y representación de Instituciones
que representan a toda la ciudadanía. Pero no políticos en cuanto al término
puramente etimológico.
Por supuesto, sí debería ser por prestancia y saber
estar la presencia corporativa en la Procesión Oficial del Santo Entierro, a la
que no solo deberían de acudir la Corporación Municipal sino de otras
Instituciones – Subdelegación del Gobierno de la Nación, Delegación del
Gobierno de la JA y sus Centros Directivos - y Corporaciones de Derecho Público
– Colegios Profesionales-. Pero no estoy muy de acuerdo que salvo que una
Autoridad tenga una vinculación muy especial con una Cofradía, salga en la
misma en la Presidencia ostentando una representación parcial, que sí puede ser relacionada con su ámbito
político personal.
En cuanto a las Fuerzas Armadas, Cuerpo Nacional de Policía,
Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, Policía Autónoma, Policía Local y Cuerpo
de Bomberos y de Protección Civil son instituciones que unas más en el tiempo
que otras han formado parte de forma intrínseca en nuestros cortejos
procesioniales y deben de estar presentes, y a mayor abundamiento sí ostentan
la condición de Hermanos Mayores de Honor u Honorarios. Por supuesto siempre
que no haya una disposición legal que les prohíba su presencia con el uniforme
y vestimenta propia. Pero forman parte, sobre todo el Ejército emulando a las
antiguas centurias romanas, en este caso, en sentido contrario, que condujeron al Nazareno al Calvario.
Tampoco estoy de acuerdo que en la Tribuna
Oficial hay un “totum revolutum” entre Autoridades civiles o militares y
Autoridades eclesiásticas o Cofrades, debiendo existir dos Tribunas, juntas,
pero diferenciadas.
Hubo años en que las
procesiones eran lo más parecido a la feria de las vanidades. Sin tradición
alguna con las imágenes, se rivalizaba entre Cofradías en traer a las bandas de
guerra más espectaculares con escuadra de gastadores incluída, escoltas con preciosos
uniformes, armas relucientes, penachos, coraceros, marcialidad...todo resultaba
espectacular y los fieles, devotos y curiosos acudían multitudinariamente ante
esta explosión visual.
Obviamente no
faltaban políticos y autoridades que aprovechaban la ocasión para darse un baño
de masas portando plateadas varas y además acaparar portadas al día siguiente,
nadie quería perdérselo. Pero por fin estamos recuperando la esencia de la
Estación de Penitencia: los fusiles se conviertieron en crucifijíos y flores,
no era su lugar; los uniformes se transformaron en túnicas; las botas en
alpargatas.
Y si políticos, autoridades o advenedizos se arriman, pues que lo
hagan con pasión, en silencio, con el humilde antifaz que oculte su rostro, o
que se ajusten el costal y carguen pesados pasos anónimamente bajo la
trabajadera.
Rafael Leopoldo Aguilera
Ginés Valera Escobar
Diario de Almería 12 de abril de 2017
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