Costal o Faja. ¿La Semana Santa almeriense debe realizarse al estilo andaluz, castellano o con personalidad propia?
LA Semana Santa como todo aquello que está
integrado por personas está en continuo movimiento y serán los cofrades y la
sociedad en general quienes determinarán que estética de
cortejos
procesionales
queremos.
Está claro que la corriente más mayoritaria es la que denomino del
“barroquismo sevillano”, aunque en algunas Cofradías se mantienen en parte de sus
cortejos y enseres un aire más levantino.
Lo que está claro que esta forma de
entender la Semana Santa ha llegado a metabolizar en gran parte de la sociedad,
a la que va dirigida nuestro apostolado, que no es otro, que acercar a través
de la Imágenes Sagradas la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús en redención
de todo el género humano, en la búsqueda constante del amor, la esperanza y la
caridad, con indiferencia de unos u otros estilos.
Sí este estilo nos adentra y
nos impregna de los sentires humanísticos cristianos sea bienvenido y bien
hallado, eso sí, siempre dignificando la presencia de las Cofradías en las
calles como ejemplo vivo y testimonio del Misterio de la Fe.
Entre uno de los motivos de la “desbandá” o “espantá” de los años 70 de muchos
cofrades fue que ese estilo nunca llegó a cuajar en la impenetrabilidad de los
sentires de los almerienses, yéndonos a donde el espíritu cofrade nos impulsó,
y de ahí una nueva Semana Santa, un Quinto Evangelio según los amanuenses
almerienses que pretenderá perdurar por los siglos de los siglos.
Con el paso de los años, la Semana Santa
almeriense perdió su identidad y personalidad propia anterior a 1980, dejaron
de procesionar imágenes tradicionales y se ha identificado plenamente con la
manifestación netamente andaluza de la religiosidad popular en su estética y
devoción, salvo excepciones en algunas Cofradías.
Gustan carteles y pregones a la sevillana, faldones engalanando
los balcones, bandas de cornetas y
tambores ensordecedoras, bandas de música interminables, olor a incienso, a
cera, a flores. Nos echamos a las calles a vivir con intensidad la Semana de
Pasión, a contemplar bellas Vírgenes con palios recargados, bambalinas
relucientes, mantos bordados de oro hasta el último centímetro, tronos y varas
de alpaca.
Cristos con paños lujosos. Nos unen las bullas multitudinarias a la
salida y entrada en los templos, las saetas, los pasos cargados por costaleros,
las bellas Mantillas, aplaudimos revirás y levantás…
Las Cofradías rivalizan
entre ellas con cantidades que escandalizan a los más austeros por tener los
tallistas más consagrados, los mejores acompañamientos musicales, los exornos
florales más exóticos, los floristas más reputados, visten a la Virgen a las
últimas tendencias sevillitas…y entre procesión y procesión, llenamos bares de
vino, tapas y jolgorio, comemos pipas y pestiños. En Almería nos gusta
nuestra propia Semana Santa.
Rafael Leopoldo Aguilera
Ginés Valera Escobar
Diario de Almería 11 de abril de 2017
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