En una “madrugá” gélida y algo airosa en el pleno
plenilunio de la primavera, la única hermandad penitencial y capitular con la
advocación del Santísimo Cristo de la Escucha realizó su Estación de Penitencia
en forma de Vía Crucis por las calles
almerienses, acompañado de miles de almerienses que siguen tributando a esta
imagen sagrada un gran fervor y devoción, siendo el gran exponente penitencial
de nuestra Semana Santa almeriense.
A las cinco en punto de la madrugada se encontraba la
plaza de la Catedral y el interior del templo catedralicio repleto de fieles
que esperaban ansiosos, orando ante el Monumento, los primeros cánticos para
dar comienzo al Vía Crucis del Santo Cristo de la Escucha portado por hombres y
mujeres de trono dirigido por Adolfo Pagés
con el solo sonido de los miles de almas, que en el absoluto silencio acompañaban
a tan venerada imagen, y que tras abrirse las puertas catedralicias y
visualizar al Santo Cristo debajo del dintel de la puerta un unísono suspiro
salió de cuantos presenciaban tan grande acontecimiento de la piedad popular, y
muchos otros hincaban sus rodillas en señal de veneración ante estos momentos
de tribulación económica y espiritual.
La canastilla del paso realizado por tallista Javier
Arcos, cubierto profusamente con una montaña de claveles rojos y en los pies
del Cristo iris morados e iluminado por cuatro cirios color morado, daba una
imagen de sobriedad y austeridad a todo el cortejo procesional, que estuvo
presidido por el Hermano Mayor Ignacio Salas, quien junto a su Junta de
Gobierno están aportando a la hermandad gran señorío y prestancia penitencial
durante todo el año, y que debería de estar incluida en la nómina de las hermandades
asociadas a la Agrupación de Cofradías de Almería.
Con el mismo recorrido de los últimos años, el Santo
Cristo que salió en 1941 de la gubia del escultor almeriense Jesús de Perceval
y del Moral, homónima de la que fue quemada durante la guerra incivil del 36, pasó por delante del Santuario de la Virgen
del Mar, Iglesia de San Pedro y los Conventos de Clausura de las Claras y las Puras y de las
Siervas de María, siendo momentos emotivos y de recogimiento donde se leyeron
las correspondientes Estaciones del Vía Crucis recitadas por clérigos,
religiosos/as y laicos/as que pusieron sus voces para llegar sus meditaciones a
la multitud fervorosa a través de unos altavoces ubicados en dos vehículos y en
el paso, y que tuvieron como temas centrales en la elevación de las plegarias la
grave situación de las familias que están atravesando actualmente sin tener
recursos económicos, la situación de las personas que se encuentran con
disminuciones físicas, los enfermos que se hallan en los hospitales, y de todos
aquellos afligidos que están sufriendo los dolores de llevar alguna cruz en sus
vidas.
En todos los Vías Crucis se hace referencia entre los
asistentes, y nos acordamos del llorado
canónigo archivero Juan López Martín, gran artífice de la fundación de la
Hermandad en 1957, y quien realmente potenció y fomentó el Vía Crucis entre los
almerienses con sus siempre recordadas meditaciones que se adentraban en lo más
hondo del corazón. Igualmente, uno de los momentos más estelares de este Vía
Crucis que era cuando se rezaba la cuarta estación en la Iglesia de Santiago y
se abrían las puertas y aparecía la Virgen de los Dolores, La Soledad.
Cuando el cielo se abría en su azul celeste del Viernes
Santo, sobre las 7,30 h., llegó el Santo
Cristo a la plaza de la catedral, y desde la Casa Sacerdotal muchos sacerdotes
mayores residentes en la misma se asomaban para presenciar la última estación,
que fue pronunciada por el Vicario de Acción Pastoral y del Apostolado Seglar.
Con unos fuertes ¡vivas al Cristo de la Escucha! se introdujo la imagen en el
interior del templo, siendo depositada en el presbiterio para depositar en su
cuerpo con unción un sagrado beso y la entrega como recuerdo de una estampa con
la efigie del Santo Cristo por parte de los hermanos cofrades a los fieles por su asistencia al santo vía crucis.
Realizar un segundo año la misma reflexión, a fin de que
el Cabildo pueda tomar nota, y variar en una o dos horas más tarde la salida
del Vía Crucis, para evitar las actitudes de falta de respeto de algunas
personas, que abandonaban en esas horas los lugares o entornos de copas, y
provocaban con sus comentarios, fuera de tono, a los sentimientos y las
creencias de los fieles. Así como, la necesidad de mayor presencia de la
policía local que realizan una loable labor, o en su caso, nacional, que siempre están disponibles
plausiblemente, en torno a la imagen y participantes, no solo en éste
cortejo, sino en todos y en todos los lugares por donde discurren a fin de persuadir a quienes no tienen un comportamiento
cívico adecuado ante un hecho religioso de esta índole tan tradicional en
Almería.
Comentarios