MEMORIA y pensamiento en la
colección de óleos sobre lienzo realizados con exquisitez litúrgica por el
pintor olulense Andrés García Ibáñez, en la simbiosis profunda de las suertes
del arte de Cúchares y las pasiones románticas, que desembocan en los
personajes llenos de luz pictórica, que intervienen en el alfa y omega de la
teatralizada fábula sacramental de la
vida y la muerte a los sones de Bizet y Falla.
La exposición que se encuentra
para general conocimiento del público en el CAMA, es toda una disertación filosófica de los
sentires del ser humano más ancestral hasta nuestros días llenos de
globalización y glocalización, en esa correlación del comportamiento humano de
la dualidad cerebral, que después de haber encontrado el bien, siguen buscando
todavía, y encuentran el mal, convirtiendo el problema en no saber sí, entre
elegir el bien o el mal, cuando siempre sería mejor elegir entre el bien y el
bien.
Visualizar las pinturas de García
Ibáñez es un auténtico y verdadero sentimiento de pasión amorosa y de gran
fundamento histórico, y todo lo que con amor se hace suele estar por encima del
bien y del mal, beneficiando y, por ende, no perturbando la vida humana. Nada hay
bajo sol desde 1710 con la Bula “De Salute Gregis Dominici”.
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