Reflexión cofrade sobre situaciones incívicas y de falta de respeto a la libertad religiosa y de culto
Hay actitudes de muchos y muchas ciudadanos/as que presencian los cortejos procesionales que no saben comportarse educadamente y cortesía atendiendo al acto religioso que están contemplando, actuando como sí las Estaciones de Penitencia o procesiones de Alabanza fueran un espectáculo lúdico – festivo, llámese carnaval, cabalgata de feria… sin ningún tipo de recato y respeto a algo bien distinto para los que participan o rezan al paso de las imágenes sagradas.
Cada año, se está incrementando, que determinadas personas se dedican a levantar y alzar la voz cuando ven discurrir procesiones de silencio, mientras toman sus aperitivos en las cafeterías por donde discurren las Hermandades, no siendo capaces ni siquiera levantarse unos minutos al paso de la imágenes, y otra mención especial, es la de todos aquellos que se dedican a mascar desmesuradamente algún tipo de alimento comestible, chicles y pipas, y lanzarlos desde el aparato digestivo hacia fuera, caiga dónde caiga , sin pensar en que los participantes de los desfiles van descalzos cumpliendo alguna promesa.
Otros, se enfrentan con los responsables de la carrera oficial, personas que dedican de manera altruista sus horas de descanso personal al mundo de las cofradías, quitando horas al ocio y al descanso, y que se tienen que enfrentar a gente que intenta atravesar el recinto por lugares acotados, o utilizan las tribunas como lugar donde sentarse para hacer botellón, y a cambio no reciben más que insultos y descalificativos a los mismos, que van desde “fascistas”, “republicanos”, etc., y muchas cosas más que evito repetir pero que forman parte de la violencia dialéctica de la grosería. ¿Es justo para personas que velan tanto por los que van dentro del cortejo como por los que los ven desde fuera?
Y que decir de algunos establecimientos comerciales o no, que cuando discurre la Cofradía, en vez de bajar durante unos minutos el sonido musical, casi lo aumentan, siendo no sólo una provocación y afrenta para quienes están viviendo la Pasión procesionista, sino una actividad molesta para los vecinos colindantes.
Y a esta Semana Santa última no le faltó nada más, fue la guinda, el partidito de fútbol del Miércoles Santo, menos mal que no toreó "José Tomás", y que sólo fue un gol al final, porque sino hubiera sido un griterío constante durante todo el recorrido para las dos hermandades que hicieron su Estación de Penitencia ese día por Almería.
Y después hay algo, que sigue siendo de una actitud incívica, que incluso habiendo colocado señalización por parte del Ayuntamiento para prohibir el estacionamiento, algunos hacen caso omiso, y aparcan sus vehículos, con el correspondiente piterío del claxon de éstos u otros vehículos que tienen prisa por llegar a algún pub o cafetería.
Lo peor, es que queremos una Semana Santa que sea declarada de Interés Turístico Internacional, y después del esfuerzo que realizaron dos Cofradías el Jueves Santo (El Encuentro y El Silencio), una en regresar a su templo, y otra, en realizar su Estación de penitencia, Almería da la espalda a las mismas por razones climáticas, y en vez de acompañarlas y darles el calor que necesitan, se produce la “espantá”, como lo de algunas tardes del maestro “Curro Romero”, y se discurre por un trayecto vacío, con la única compañía de cofrades, que algunos progresistas inconformistas indignados con las tradiciones más populares y tradicionales de España, denominan como “capillitas”. Pues esos, nunca fallan, siempre están ahí, arrimando el hombro con pasión.
Desde aquí pido una reflexión, si cree piense si en algo puede mejorar, si no cree respete y déjenos creer a los demás.
Rafael LEOPOLDO Aguilera
Comentarios
Aunque también puedo decir, que este pasado Jueves Santo he vivido el desfile procesional más bonito y digno de recordar de cuantos llevo como hermano del Silencio. Ese vacío en las calles permitió presenciar el verdadero "Silencio" del Jueves Santo, que subiendo por la Rambla Alfareros únicamente era roto por los compases de Virgen del Valle y realmente ponía los pelos de punta.