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Las cofradías y la memoria histórica. Es público y notoria la desvinculación de las cofradías de penitencia de su cordón umbilical


En qué medida las leyes de Memoria histórica tienen influencia normativa en el ámbito de la religiosidad popular con especial referencia a lo concerniente a las Hermandades y Cofradías de penitencia al encontrarnos en la Semana Santa, donde realizan su desfile procesional penitencial o estación de penitencia como protestación de la fe pública en los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Divino Redentor. Este tema puede suscitar sentimientos contrariados por la sensibilidad actual.
Cuando el 1 de abril de 1978 se procedimos a la refundación de la Cofradía del Silencio, la cual procedía de la Organización Sindical - CNS- del régimen franquista, nos encontramos en una tarde de Sábado de Pasión, en el domicilio particular de un cofrade, investido de responsabilidad directiva, con una carpintera sierra de mano que cortaba de los báculos las espigas que formaban parte del escudo de la Hermandad, las cuales provenían de la simbología de la organización del trabajo del nacional-sindicalismo de espíritu falangista. La explicación fue muy sencilla, eran tiempos nuevos y no nos podían vincular con el franquismo.
Algunas cofradías ligadas al Movimiento Nacional o a la Organización Sindical, únicos estamentos de contenido falangista en sus respectivos gremios laborales, dejaron de funcionar como tales, teniéndose que refundar durante la Transición política con gentes, en su mayoría jóvenes, que no traían en su juventud "mochila" alguna de vinculación política anterior. Solo les interesaban las cofradías y la iglesia, sintiéndonos "huérfanos" de quienes nos hubiera agradado, que al menos, por un sentir devocional hubieran continuado ligados como cofrades de cuota y saliendo en el cortejo, pero ni una cosa ni la otra; algunos nos ayudaban cuando nos acercábamos a sus despachos durante unos días antes de la semana santa y les pedíamos una "limosna" y nos daban entre quinientas y dos mil pesetas o nada, más adelante nos decían, en un sobre oficializado, para coadyuvar a la salida procesional, con ello purgaban su pasado de yugo y flechas con indulgencia mercantilista pero no querían más vinculación cofrade.
A esta situación, le llamé "la espantá cofrade", salvo excepciones que las hubo y muy meritorias, pero las menos, como fue el caso, entre otros, de los funcionarios Miguel Aparicio Rodríguez y Francisco Sierra Guirado. La mayoría de personas vinculadas con las cofradías que estuvieron alineados políticamente durante los años del franquismo salieron a paso legionario, sin querer saber nada de su vinculación, algunos de ellos habían ostentado cargos de responsabilidad cofrade, lo que conllevó esta actitud, no solo a una pérdida de continuidad organizacional y funcional de las cofradías, sino lo peor de todo, la pérdida de documentos y enseres y hasta de imágenes secundarias, que desaparecieron del concierto cofrade almeriense. Fueron años de grandes tribulaciones que nos llevó a una desvinculación absoluta con todo aquello que "oliese a cera" franquista.
Es público y notoria la desvinculación de las cofradías de penitencia del cordón umbilical que les dio la vida canónica y jurídica como tales asociaciones pías una vez finalizada la contienda incivil de 1936-1939, que produjo un fluir de la piedad popular a través del nacional - catolicismo, sobre todo en desagravio por las ignominiosas actuaciones que sufrió el patrimonio religioso y los martirizados creyentes durante la II República y el conflicto bélico.
Fueron muchas las actuaciones que se llevaron a cabo en las Cofradías penitenciales, sin necesidad de ley alguna que indicara ocultar del catolicismo popular signos o simbología que tuvieran un hilo conductor con el franquismo, cambiándose o modificándose por ejemplo los escudos de las corporaciones cofrades, modificando los Estatutos, etcétera, eludiendo hacer cualquier referencia a su origen fundacional, salvo lo estrictamente necesario para que no pensaran las gentes y los demócratas políticos que nuestra llegada había sido debido a una virginal y providencial aparición. Después con el paso de los años se relajó la situación y algunas personas volvieron del rescoldo de las tibiezas, sobre todo tras jubilarse, ya no temían represalias laborales, y no solo volvieron, sino que a viva voz decían con pública notoriedad su vinculación con el anterior régimen, fuese como excautivo, sindicalista, funcionario del Movimiento o tecnócrata político.
No pensemos que esto solo ocurrió en el ámbito civil, sino también religioso, y solo un sacerdote de Roquetas de Mar con alta responsabilidad pastoral en la diócesis, apostó por las Cofradías con un gran respeto y consideración a quienes nos precedieron en la fe y a quienes la denigraron. Ese hombre fue el canónigo archivero por oposición Juan López Martin, quien murió en olor a santidad, asumiendo con la no confianza del prelado y la reticencia de muchos compañeros del sacerdocio, quienes se habían quitado sotana y alzacuello blanco, la dirección espiritual de las cofradías, rodeándose de un grupo de personas menores de 30 años, salvo alguna excepción - Fulgencio Pérez Dobón-, quienes cogieron el timón cofrade y arrimando el hombro con mucha pasión y ningún apoyo institucional, decidieron continuar con una tradición que siempre debería de haber estado por encima de las circunstancias sociales y vaivenes políticos.
No necesitamos de ninguna normativa para que las Cofradías se ajustaran en ese momento histórico a la situación cívica constitucional que estábamos atravesando políticamente, aceptando sin reserva alguna romper con caridad evangélica con el pasado y comenzar una nueva etapa que evitásemos en un futuro mediato cualquier vinculación política o sindical que nos volvieran a señalar como asociaciones con fines no estrictamente religiosos o espirituales, evitando cualquier apología sobre el régimen anterior. Se consiguió durante un decenio mantenernos con autonomía y autogestión cofrade, hasta que los tiempos de la globalización municipal en todos los segmentos de la sociedad civil han vuelto a tener un protagonismo activo, incluso podría decir que mayor en intensidad que en tiempos del NO-DO; solo hace falta echar un vistazo a los pregones, presentaciones de carteles y primeras "levantás" de pasos.
Finalizar este opúsculo con las palabras pronunciadas "in pectore" en un pregón de la Semana Santa: Hoy puede decirse, por muchas circunstancias, que estamos a punto de doblar una página en la pequeña historia de las cosas de la milenaria e indaliana Almería. Dentro de unos días, probablemente todo será igual, pero todo habrá cambiado un poco. Hombres y mujeres nuevos, con ideas nuevas, ocuparán los más importantes cargos de las cofradías, también de la Ciudad. Nuevas doctrinas, nuevos programas, nuevas actitudes coadyuvarán al gobierno de la Ciudad; y todos tendremos derecho a esperar el futuro inmediato con una expectante ilusión. La ilusión de haber vuelto a surgir una nueva oportunidad histórica para España.

Rafael Leopoldo Aguilera

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