CON la quijotesca sentencia breve, “Santa Rita, Santa
Rita, lo que se da no se quita”. Pues seguimos con Rita, una, porque debería de
ajustarse los machos ibéricos para dejar de ser aforada e irse a su casa a pulgar
las penas y no seguir cargándose la base electoral – cuatro millones de votos
menos - , y otra, porque debería de hacer lo mismo, sí es sentenciada por
ofender los sentimientos religiosos de los cristianos, a pesar de pedir a
puerta cerrada, perdón a un viejito mitrado, que no a los católicos, lo que es
de Dios a Dios y al César lo que sea del Cesar, ahora es el tiempo de la
justicia, porque sin justicia no hay paz.
Seríamos capaces de estar con el torso desnudo en el
interior de una mezquita o entrar en la misma sin quitarnos los zapatitos, o ultrajar
el culto en una hermana iglesia evangélica de Filadelfia. No podemos estar con
quienes atacan los sentimientos religiosos de las personas, sean cuales sean
estos y estas, y menos aún, entrar en los templos de culto como el que va a una
playa a tomar el sol o la luna. Ya está bien de profanar iglesias y atacar la
libertad religiosa.
No quiero imaginarme, que alguien en su sano juicio profanase
carnavalescamente una iglesia cuando estén los cofrades montando los pasos de
Semana Santa o incitaran a algún altercado durante los cortejos procesionales, no
sé sí pondrían evangélicamente la otra mejilla.
Esperemos que no les den por enajenación mental, ponerse a
balbucear una provocativa saeta de maliciosa praxis poética, como la
pronunciada en la española Barcelona con escándalo para los creyentes, sobre
una chabacana versión de la oración divina del Padrenuestro, justificada en una
insensata libertad de expresión, que promueve con rencor y odio la exclusión y
maltrato a los cristianos.
Parece mentira, con las persecuciones
de tantos de los más débiles, cristianos y no cristianos, en el mundo de hoy
para saber el dolor, la miseria y la triste realidad de una gran inmensa
mayoría de los seres humanos. Pues para muchos de nosotros, el Padrenuestro
constituye un vínculo espiritual intenso con este dolor y esta necesidad.
El uso de libertad de expresión no
puede ser la coartada permanente para maltratar las creencias de los ciudadanos.
Es una forma de discriminación que se debe combatir, como lo hacemos con todas
las demás, por favor aprendamos todos a armonizar el verbo respetar.
Rafael Leopoldo Aguilera Martínez
http://www.elalmeria.es/article/opinion/2224567/maltrato/lo/cristiano.html
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