EN este centenario país de Trastámaras, Habsburgos-Austrias, Borbones, Bonapartes, Saboyas, regencias, repúblicas y dictaduras, o sabes de macroeconomía o te dejar guiar extemporáneamente por lo que dispongan los diarios oficiales como hechos consumados por quienes tienen la obligación de hacernos la vida más fácil, en un llamado con espíritu navideño Estado del Bienestar Social, por jugar desde hace algunos años la "Champions league", pero simultáneamente, desde la "prima de riesgo, nos encontramos "sine die" en la repesca, salvados por el "goal average".
Cómo las cosas son como son y así nos la cuentan los medios de comunicación social, especialmente este Diario de Almería con suma pulcritud periodística, en donde no existe dictadura mediática alguna, han adoptado con suficientes escaños, medidas económicas para el ejercicio 2017, como el hecho de aumentar el límite de gasto en los presupuestos, junto a la subida de impuestos, lo que supondrá, tiempo a tiempo, quebrar nuestra estructura fiscal a nivel interno, cuestionando todo lo relacionado con la estabilidad financiera, lo que conllevará más empobrecimiento a nivel de familias medias y bajas y pequeñas y medianas empresas.
Podrán no mejorar los salarios, pensiones o subsidios, pero lo que no se pueden subir más son los impuestos ni directos ni indirectos, incidiendo en las empresas con el abono de mayores cantidades de cotizaciones al aparato burocrático, en la empleabilidad y no tener repercusión en los bolsillos de los contribuyentes; y el no poner límite a los gastos públicos, supondrá seguir aumentando el déficit público, hipotecando, aún más, el futuro mediato de este invertebrado y plurinacional España, cuando sería más cómodo y barato para el país centralizar la sanidad pública y la dependencia, ésta última dejada de la mano de Dios.
A este ritmo, se ha pasado de la marcha pausada de los Regulares a la presurosa de los Legionarios, lo que ha sido, con sus muchas luces y pocas sombras, cuarenta años de democracia social, y el Todo constitucional que es un proyecto de identidad y convivencia recogido en la Carta Magna de 1978, recubierta con el espíritu de la Transición política, va a ser quebrado por las autogestionarias partes que integran el monárquico país, y que con la colaboración y cooperación se pueden solventar, siempre y cuando se cumpla la Ley en cuanto a competencias básicas del Estado.
Rafael Leopoldo Aguilera
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