La tarde del miércoles hubo muchísima expectación en la Casa de Hermandad de la Santa Cena, en la calle Juan Sánchez, perpendicular a C/ Las Tiendas: nadie quería perderse cómo había ornamentado Guillermo Padilla a la maya este año. Y bien que no defraudó. Una clásica silla andaluza de anea entronaba a una bellísima joven, que derrochaba simpatía a la vez que pedía la tradicional "perrillica pa la maya", algo tan genuinamente almeriense.
Sus atavío los formaban mantones de manila entrelazados, mientras agitaba un abanico de encaje blanco y su cabeza la coronaba una hermosa rosa blanca, destacando sobre fondo de telón de rayas blancas y granates, celosía de madera blanca muy andaluza y mantones de Manila que colgaban. A los pies, los flores rojas sobre tiestos no podían faltar y eran reflejados por el espejo y una alfombra persa .
Los asistentes se arremolinaban para no perderse este efímero escenario que rivalizaba con la Cruz de Mayo, que desde cerca presidía solemne la sala la sala. Ambiente a raudales con el concierto de Los Vinilos que empezó una hora después y rememoró música de siempre y desde la cocina se afanaban una y otra vez en reponer las sabrosas tapas, que acaban agotándose bien entrada la madrugada
Ginés Valera Escobar
Comunicación Santa Cena
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