COSTA del Sol, así se nos había enseñado de niños y adolescentes a través de los medios educativos y culturales que Almería formaba parte de esa gran zona de las aguas cálidas del mediterráneo a la luz del sol, en donde siempre el sombrío invierno era la acogedora primavera, y el melancólico otoño y la luminosa primavera era caluroso y tórrido verano.
Almería se sumó a la república de las letras con la puesta en acción del Premio de Novela "Café Colón" promovido por la Editorial Planeta en Almería dirigida por Joaquín Subirach y la colaboración del Ayuntamiento presidido por Francisco Gómez Angulo.
Dotado en aquel momento con la cantidad de 100.000 pesetas, podían presentarse todas las novelas inéditas y escritas en castellano. Con esa cantidad se podía adquirir un vehículo marca SEAT 124. En su segunda convocatoria se ampliaron las bases y se añadió otra categoría, la de ensayo.
Lo llamativo de este premio literario anual que estuvo vigente durante dos convocatorias, era seguir manteniendo ese sentido de siempre de los cafés, esos cafés que olían a café, convertidos hoy en cafeterías. Esa fisonomía de los cafés, en los que se macaba su aroma, como se macaba el humo del tabaco, esas tertulias de política, que algunos hemos conocido en la capital, con un gran salón con sofás o divanes adosados a sus paredes, mesas alargadas con tablero de mármol blanco y pies o soporte de hierro, diseminadas por él, tal y como nos la describía el Dr. Francisco Giménez Fernández en sus vivencias de la historia secular de Almería.
Y en ese ambiente de aquella Almería, que se acercaba a la Transición, se creó el Premio literario "Café Colón" por su propietario Antonio Torres González, que no perseguía otra cosa que reincorporar el nombre de esta tierra, rincón inquieto de la Penibética, al de otras provincias que continuamente laboraban por el engrandecimiento de las letras hispanas.
Un jurado de excepción se reunió en las dos convocatorias, los escritores José Luis Martín Descalzo, Antonio Prieto, Francisco Umbral, Florencio Martínez Ruiz y el poeta almeriense Julio Alfredo Egea, que otorgaron los primeros premios a Javier del Amo con la obra "El canto de las sirenas de Gaspar Hausel" (1973) y Miguel Sanz con la publicación de "Homenaje a F.K" (1974), siendo finalista la novela titulada "Herido de sol" de Raúl Torres.
Todo desaparece a pesar de los resultados óptimos o de excelencia. Algo surgirá.
Rafael Leopoldo Aguilera
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