ANDALUZA.
En estos momentos, salvo error de apreciación, son partidarios de que nuestras
Estaciones de Penitencia estén impregnadas del sentir barroco de nuestra
Andalucía. Eso no quiere decir que perdamos aquello que sea connatural y
definitorio de nuestra religiosidad popular, se puede completar y compenetrar
perfectamente, con buen criterio cofrade y pastoral. No es menos cierto, que en
estos últimos años, hay más defensores de una recuperación de la Semana Santa
almeriense de antaño, como la Asociación Acción por Almería, aquella con una
simbología y signos más propios del Levante español. Pero, la mayoría actual,
opta por la Semana Santa que está siendo guiada con mucho cariño, esmero y
tesón por los cofrades almerienses. Nuestra Semana Santa es andaluza, pero
tiene lo propio de la Semana Mayor de otros lugares de la España machadiana:
silencio, austeridad y sobriedad. Lo que sí, instaría a que todo aquello que
tiene una procedencia anterior a la última restauración de la Semana Santa en
1978, no desaparezca, se mantenga, incluso procesionen las imágenes o, al
menos, estén al culto público, como el San Juan Evangelista de La Soledad, obra
del escultor indaliano Jesús de Perceval.
ANDALUZA. Guste más o
menos, hay que reconocer que la Semana Santa almeriense es netamente andaluza
en su estética, tradición y devoción, salvo excepciones en algunas Cofradías.
Nos gustan los carteles, los pregones, los faldones engalanando los balcones,
las bandas de cornetas y tambores que ensordecen, las bandas de música interminables,
el olor a incienso, a cera, a flores. Nos echamos a las calles a vivir con
intensidad la Semana de Pasión, a contemplar bellas Vírgenes con palios
recargados, bambalinas relucientes, mantos bordados de oro hasta el último
centímetro, tronos y varas de alpaca. Cristos con paños lujosos. Nos encantan y
nos unen las bullas multitudinarias a la salida y entrada en los templos, las
saetas, los pasos cargados por costaleros, las bellas Mantillas, aplaudimos
revirás y levantás…las Cofradías rivalizan entre ellas con cantidades que
escandalizan a los más rigoristas por tener los tallistas más consagrados, los
mejores acompañamientos musicales, los exornos florales más exóticos, los
floristas más reputados, visten a la Virgen a las últimas tendencias sevillitas…y
entre procesión y procesión, llenamos bares de vino, tapas y jolgorio, comemos
pipas y pestiños. En Almería somos así y nos gusta nuestra propia Semana Santa.
Rafael Leopoldo Aguilera @ Ginés Valera Escobar
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