Nuestra Sra. de Los Ángeles. Foto: Franja |
Los Pasos de Misterio que escenifican
las distintas secuencias de la pasión del Señor y los Pasos de Palio de la
Virgen se llevan en la Semana Santa almeriense gracias al esfuerzo y devoción
de portadores y costaleros. Afortunadamente, atrás quedaron los chasis de las
andas procesionales, con ruedas, volante y baterías eléctricas, para en período
transitorio, adaptar el trono a varales y ser
portado a hombros, a estilo malagueño, como así ocurrió en 1982 con la
Oración en el Huerto y Jesús Cautivo de Medinaceli. Tras varios experimentos
con el estilo granadino, que porta los tronos con los dos hombros en el
interior de la estructura (Virgen del Amor y la Esperanza y Angustias) y el
estilo chiclana (Virgen de la Merced), habrá que esperar a 1984 para que se
generalice la fórmula sevillana, consistentes en una serie de travesaños de
madera (6 ó 7 trabajaderas según la envergadura) situados en el interior del
Paso, que permiten su carga utilizando costal.
El
fenómeno costalero es, pues, relativamente reciente en la historia de la Semana
Santa almeriense con la incorporación de jóvenes estudiantes que cursaban
estudios en Granada, Málaga y Sevilla y que lo importaron, si bien en sus
comienzos hubo de echar mano a cuadrillas llegadas de estas Provincias que
enseñaron su experiencia a los locales a cambio de donativos. Y la mujer
también se introdujo en el mundo costalero a mediados de los 80 y hoy conviven cuadrillas mixtas (Unidad y Borriquita) con
cuadrillas femeninas (Verónica y Virgen de la Amargura).
Como
nos cuentan los jóvenes José García y Juan Acosta, un Costalero, debe sentir
una intensa vocación cristífera o mariana y muchas ganas, ante todo. En la
primera “igualá”, el Capataz del Paso va midiendo a los Costaleros a la altura
de la séptima vértebra para situarlos según altura en las trabajaderas: los más
altos en el frontal, para ir descendiendo en forma de “V” a los más bajos, en
el centro, y luego ir subiendo de nuevo hasta el final del Trono. Los veteranos eligen ser pateros (al lado de las
patas) y costeros (en los laterales) y las demás posiciones se llaman fijadores
y centrales. Medida y ordenada la cuadrilla y los relevos por trabajadera, a la
primera “levantá” le siguen unos cuatro ensayos por las calles del itinerario
para acabar con la denominada “mudá”, en la que se traslada la parihuela con la
canastilla desde la Casa de la Hermandad hasta el Templo de salida de la
Estación de Penitencia de la sagrada imagen.
La
vestimenta del Costalero es muy simple y cómoda para poder soportar las altas
temperaturas bajo los faldones. El Almería se ha impuesto al “hacerse la ropa”
el botín de lona blanco o negro con calcetines de algodón blancos o con la bandera
de España; pantalón de loneta negro o blanco, de pintor o sevillano,
arremangado hasta la altura de las pantorrillas; cinturón de halterofilia de
cuero con hebillas cubierto por una faja de tela enrollada; camiseta de manga a
la sisa con dibujo de la imagen que se venera y en cada relevo, para evitar
enfriamientos, sudadera con el escudo de la Cofradía o camisa de Spagnolo. Y
cubriendo la cabeza el costal, de tela de saco, que se lleva debajo de las
cejas para evitar que se suba en movimiento y que imprime a los costaleros de
ese mirar tan peculiar,con la morcilla rellena de serrín, que soporta todo el
peso en la nuca, 7ª vértebra.
Los
Pasos de Misterio pesan más de 2.000 kgs
y los de Palio, sobre 1.000 kgs, calzando 45 ó 35 Costaleros respectivamente.
En la salida del Templo todos los Costaleros van por igual, de pie o en
cuclillas o de rodillas para no rozar el dintel del portón. El Capataz da tres
avisos con el llamador, se hace silencio: en el primer toque, los Costaleros
cogen palo, en el segundo meten riñones, en el tercero “tó p´arriba” y ya se
efectúa la “levantá” del paso bien al tirón, al martillo, a pulso,
apulso aliviao o al tambor y se anda en “chicotá, al frente con la música,
hasta que se arría el Trono para las paradas de descanso. El giro se denomina
“revirá”, ganando siempre, un poquito al frente. El andar puede ser de costero a costero, paso
gateo, sobre los pies, paso largo, paso racheao y paso de mudá y el prestigio
se alcanza al pasearse, al lucirse, al saber andar. Un paso bien “mecío” es
aquel que no zarandea los varales, exorno floral ni la candelería, sino que tan
solo mueve levemente las bambalinas del palio acompasando la música de la
Banda.
Peculiar
es la jerga del Costalero y cada cuadrilla tiene la propia con los años. El
Capataz, sus Contraguías y el que dirige bajo los palos intercambian frases en
cada parada y antes de las levantás: “a ésta es”, “tós por igual, valientes”,
“¿cómo vas?”,”¡ahí vá bien!”, “¡cómo caen los kilos, cómo van cayendo!”, “”¡olé
los tíos valientes!”, “¡llámate!”, “ahí
queo”, “bueno, buenoo”, “derecha adelante, izquierda atrás”…todas estas voces
interrumpen el recogimiento de la noche y hacen que la leyenda de los
Costaleros almerienses permanezca más viva que nunca.
Por Ginés Valera Escobar
Diario de Almería de fecha 17 de abril, Jueves Santo.
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