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Lesiones de los costaleros


El trabajo de los Costaleros consiste en cargar “a costal” los Pasos de Misterio y de Palio de las Imágenes Titulares de las Cofradías en su Estación de Penitencia, recayendo todo el peso de los tronos en cada trabajadora y sobre su séptima vértebra cervical. Antes de los años 80 solían ser estibadores del puerto o trabajadores acostumbrados a grandes esfuerzos físicos, pero hoy predominan estudiantes o Cofrades con trabajo sedentario, por lo que cualquier precaución es poca y para prevenir factores de riesgo o  posibles lesiones, siempre es recomendable pasar un reconocimiento médico previo a la salida procesional. Forman el cuerpo de Costaleros de las Cofradías el Capataz Mayor, los Capataces, los auxiliares de Capataz, los Contraguías, los Jefes de Cuadrilla, los Costaleros que cargan y sus respectivos relevos.

Resulta saludable que la edad mínima del Costalero sea superior a 20 años, para no someter a gran intensidad a jóvenes que aún no hayan completado su crecimiento óseo y no se procoquen deformaciones vertebrales y sin límite de edad cuando las condiciones físicas del cargador lo permitan. El Costalero medio en Almería tiene entre 20 y 30 años, ronda los 80 kgs y de talla 1,74, transportando un peso medio entre 25 a 50 kgs: La Borriquita es el más ligero y La Santa Cena, el más pesado. La frecuencia cardíaca media oscila entre 80-100 ppm, dentro de la normalidad de un trabajo aeróbico.

Su vestimenta uniforme para todos suele estar compuesta por costal de tela de saco (algunos lo personalizan), “morcilla” relleno del costal, faja de tela o elástica del mismo color que cubre otra faja ortopédica o de halterofilia, pantalón de pintor o sevillano de color igualado, camiseta de algodón de manga a la sisa, sudadera y alpargatas de cáñamo o zapatillas de deporte de loneta, tipo botín con capacidad de amortiguación.

Debido a la duración de las procesiones, es necesario haber dormido unas 8 horas, no comer copiosamente tres horas antes del esfuerzo (dieta a base de hidratos de carbono) y beber frecuentemente agua durante todo el itinerario, para evitar la deshidratación a causa de la excesiva sudoración. No se fumará en los relevos y han de abrigarse el cuello al relevo con una braga polar.

La actividad del costalero requiere un trabajo físico importante que exige una adecuada preparación física y musculatura bien tonificada, con aportes nutricionales y proteicos, para soportar unas 6 horas de carga, sobre todo los músculos abdominales, lumbares y glúteos. En el gimnasio, potenciarán la musculatura específica con una rutina de musculación y pesas de espalda alta, ejercicios isométricos de reforzamiento del cuello con toalla, de potenciación abdominal, potenciación cuadriceps con sentadilla, prolocepción y fuerza, potenciación de glúteos y parte posterior de las piernas. Momentos antes de sacar el paso, habrán de iniciar un calentamiento con cincunducciones de cuello; estiramiento de hombro, flexiones de codo y muñeca, pecho, columna lumbar, abdominales, gemelo, femoral y sentadillas de los cuadriceps.

Cuando se efectúa al unísono la “levantá” (puede haber unas 44 en toda la procesión) es el momento de máximo riesgo y, por consiguiente, de lesión, pues todo el peso del Paso y el recalcón recaen en la séptima vértebra cervical. Se puede provocar sobrecarga muscular y contracturas que afecten a gemelos y cuadriceps. También hay riesgo en cada “chicotá”, es decir en las largas caminatas sin pausa que dan los costaleros, unas 40 ó 50 de duración máxima 9 minutos y descanso de 6. Las patologías que afectan a los costaleros se centran en un 50% en la columna vertebral y en otro 50% en las articulaciones de la rodilla, dolores de gemelos, lumbares, cervicales, hormigueos en los brazos, dolor dorsal, hombros y rodillas: sobrecargas, tendinitis, contracturas y roturas musculares e incluso las peligrosas hernias discales.

Para evitar dolores y posibles lesiones, se ha de iniciar la “levantá” impulsando con las piernas flexionadas y contrayendo musculatura abdominal; caminar siempre mirando al frente durante todo el trayecto, cuello recto, metiendo barbilla hacia dentro e inspirando por la nariz y las articulaciones del codo y muñeca no deben estar totalmente flexionadas. La columna lumbar siempre recta y contraer el abdomen (“meter riñones”). Un correcto almohadillado de la zona de apoyo de la trabajadera, la faja bien liada a la cintura y vendajes funcionales del tobillo impedirán lesiones ligamentosas, pues el firme suele ser irregular. Tampoco inclinarán el pie en el borde interno o externo, procurando apoyar siempre el peso por igual sobre la planta del pie.

Tras la entrada en el templo, deben acabar con una tabla de estiramientos y pasar por el fisioterapeuta para relajar los tejidos agarrotados y aliviar sensación de dolor, aplicando frío en las articulaciones,  calor en los músculos y crema hidratante en el rozado cuello. Prevenir mejor que curar.

  Ginés Valera Escobar
Cofrade de la Santa Cena

Diario de Almería 14 de Abril.

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